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[OPINIÓN] Gabriel Ortiz de Zevallos: “Cámara de Sonadores”
“La bicameralidad es una buena reforma. Pero no está tan claro que concentrar tanto poder en 60 personas, con las demás reglas electorales hoy vigentes, vaya a generar una mejora institucional”.
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La bicameralidad es una buena reforma. Pero no está tan claro que concentrar tanto poder en 60 personas, con las demás reglas electorales hoy vigentes, vaya a generar una mejora institucional. Este Senado ronca, y probablemente demasiado fuerte. No propone leyes, pero nada se aprueba sin su visto bueno. Lo que no aprueba, se archiva. En otros países hay mecanismos para que las dos cámaras negocien. Si el Senado propicia una discusión técnica y se informa debidamente antes de votar, funcionaría, ¿pero qué garantía hay de que ello sea así con los partidos políticos que tenemos?
En la última semana, hemos sido testigos atónitos de frases como “¿Cuántos ‘mochasueldos’ se han registrado en el Congreso y quiénes han sido sancionados por ello?; ¿Cuántas irregularidades hemos cometido nosotros como congresistas y a quién se ha sancionado?; ¿Por qué todo el ensañamiento contra una parlamentaria que ya ha sido sancionada durante cuatro meses en el Congreso?”. Esa defensa ocurre después de que el Poder Judicial condenó al excongresista Michael Urtecho a 22 años y medio de cárcel por mochar sueldos de sus trabajadores. Esto último es excesivo, pero 4 meses de suspensión, justificados por un “mal de muchos”, es groseramente descarado. Si se sabe que la cámara que ronca es Senadores, ¿quién va a elegir quién va a qué lista, si no hay Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO)? Los que tengan poder internamente en cada partido van a matarse por estar entre sus 60 candidatos al Senado y habrá casos en que se cobre tarifa diferenciada por pertenecer a qué lista. Un Senado así no resulta ser una cámara revisora en serio, sino una que puede abusar de su poder.
El Senado estará también fragmentado (solo en esa acepción el término partido político es correcto en Perú), pero ya hemos visto que los extremos opuestos en Perú se pueden alinear para debilitar la colaboración eficaz, destituir sin argumentos sólidos ni procesos bien llevados a miembros de la JNJ, facilitarle la vida a la minería ilegal, etcétera.
Este nuevo Senado designa al defensor del Pueblo, al Tribunal Constitucional y a tres directores del Banco Central de Reserva (BCR), además de ratificar a su presidente y a los tres directores nombrados por el Poder Ejecutivo. También ratifica al contralor y al superintendente de Banca, Seguros y AFP. El Senado también puede remover por “falta grave” (ya sabemos que no necesitan precisarla antes, sino que pueden interpretarla a medio camino) a todos ellos más la Junta Nacional de Justicia. Harto poder concentrado en 60 personas, que serán elegidos por las cúpulas de los partidos hábiles antes de las elecciones. Si no confía en ninguno, como el 80% de los peruanos según la última encuesta de Ipsos para Idea, mejor se apura en firmar algún planillón que le parezca menos malo.
Sobre la JNJ y el controversial voto del congresista Luna, recomiendo el artículo de César Azabache sobre las dos contradicciones, en fondo y forma. Interpretar la Constitución de forma distinta a la literal o es falta grave para todos o no lo es para ninguno. Si los miembros de la JNJ cometieron falta grave, lo hizo también la Comisión que los nombró y los miembros de la Junta de Portavoces que interpretaron a su gusto la Constitución sobre el mecanismo para votar acusaciones constitucionales. ¿Qué justifica todo este encontronazo, tan mal ejecutado? La fiscal Benavides está suspendida seis meses, de los que ya pasaron tres. Tal vez el congresista que con descaro reconoce su aspiración a irregularidades impunes nos está resumiendo todo.
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