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[Opinión] Gabriel Ortiz de Zevalllos: Más de lo mismo, menos de lo indispensable

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Ya es verdad de Perogrullo que Congreso y Ejecutivo buscan quedarse todo lo que puedan. El Ejecutivo trasladó el tema al Congreso y este lo archivó hasta la muerte de un obispo en eclipse solar. El Congreso podrá interpelar ministros por distintos motivos y desde distintos lados del espectro, pero difícilmente hará mucho más que eso.
Puede encontrarse más carne en las denuncias contra la presidenta Boluarte, que vienen por varias vías: uso de fuerza en protestas, aportes no declarados a su campaña, o involucramiento en las finanzas de Perú Libre, que incluyen coimas por brevetes, diezmos obligatorios a los contratados y otras exquisiteces procedentes del Gobierno Regional de Junín. Pero aún en ese caso, si recordamos lo que ocurrió con Castillo con denuncias de corrupción bastante más graves, no lograban conseguirse los 87 votos para permitir que la Fiscalía pase a una acusación preparatoria. Fue el intento de golpe, no las denuncias por corrupción las que lograron los 87 votos para su vacancia. Recién hace poco más de un mes y con mucha más evidencia acumulada, el Congreso aprobó ese trámite, que es previo a que la Fiscalía pueda tomar medidas más drásticas en su investigación. Lo mismo ocurriría con Boluarte. Y no está claro que la Fiscalía tenga la misma disposición. Pero el bloqueo mayor para un eventual adelanto de elecciones es que acorta el mandato parlamentario, y la voluntad de renuncia en el Congreso escasea más que los productos con control de precio durante la hiperinflación 1985-1990. Martín Hidalgo ya hizo el homework y 91 de 130 congresistas han aumentado sus ingresos en 100% o más al ser elegidos. En ese escenario, lograr 87 votos para adelantar elecciones es, a menos que surja algún elemento muy fuerte, muy difícil de lograr. Los congresistas actuales pierden soga y cabra, y no pueden postular de nuevo (a menos que se logre la renovación por mitades y la reelección parlamentaria en simultáneo). Además, con la fragmentación actual en el Parlamento, hay pocas agrupaciones políticas que tienen realmente capacidad de hacer prevalecer los intereses partidarios sobre el beneficio individual de cada político.
La situación más probable es una continuidad del statu quo, con todos sus defectos, y sin que se pueda hacer mayores reformas, indispensables y urgentes. Si bien ha habido rumores de cambio de primer ministro, parece poco probable que la presidenta Boluarte tome esa decisión, más aún en momentos en que el Ejecutivo necesita producir resultados pronto y el titular del Midis, que tiene su mayor confianza, fue recibido esta semana con huevos y tomates en Cusco.
Los tomates y huevos recibidos por el ministro son apenas una materialización de una polarización que llega a muchos más ámbitos, haciendo inviable la creación de una visión más objetiva y constructiva, que permita separar la paja del trigo, y enfrentar los problemas de la mejor manera disponible.
La falta de una respuesta clara de parte del Gobierno respecto de muertes de ciudadanos peruanos en casos en que no se han seguido los protocolos establecidos para el control de protestas ahonda heridas que van a ser aprovechadas por los sectores radicales para sus propios objetivos, por muchos años. En casos de regiones donde sus ciudadanos se sienten históricamente relegados, aún si las cifras económicas reflejan avances o que la responsabilidad recae en sus gobiernos regionales y locales, la posibilidad de que cale un mensaje divisorio es potente. Se vio en las protestas el enfrentamiento en Cusco entre quienes viven en zonas rurales y zonas urbanas, estas últimas dependientes del turismo. Y cómo podría uno no reconocer que en los 80 el país no respondió con una estrategia adecuada a la barbarie de Sendero Luminoso mientras estuvo en Ayacucho. Todo ayacuchano debe haber sentido en esa época que sus muertos no importaban tanto como los de Lima. Esa división va a ser aprovechada políticamente.
Difícil pero indispensable construir consensos para mejorar el desempeño del Estado, para brindar servicios esenciales a todos los peruanos y acortar brechas. Dentro de todo el Estado, imposible no referirse a la PNP, que ha tenido problemas de corrupción de larga data, pero que Pedro Castillo agravó exponencialmente para evitar que investigaran la diversidad de corruptelas con las que llegó a Palacio de Gobierno. Vale la pena leer las columnas de ayer de Ricardo Valdés y Nicolás Zevallos Trigoso en la sección Cara y Sello de El Comercio.
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