(Foto: Congreso)
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El gabinete Bellido, salvo honrosas excepciones, no merecía la confianza. La desconfianza la genera el propio primer ministro, que aun cuando pretende concertar, como bien señaló Susel Paredes, su lenguaje corporal y actitudes delatan un interés real de provocación. Lo demuestra su mención al tema constitucional a último minuto, cuando esa era la mayor concesión de su discurso de casi tres horas, pero con clarísimos vacíos y excesivas generalidades, enmarcadas en una narrativa populista. Incluso cuando todavía no había mencionado la Asamblea Constituyente, había recojo de firmas para el referéndum por Perú Libre. Waldemar Cerrón señaló luego en una entrevista que la labor del partido es ocuparse del tema ideológico frente a la pregunta de que las personas no tienen esa prioridad. La narrativa populista seduce con mentiras. Lo dicho por el premier Bellido acerca de que la .

María Esperanza Casullo, politóloga argentina, ha analizado la narrativa de regímenes populistas de diverso cuño, aclarando que siempre hay doble héroe y villano. El binomio en el caso del héroe es pueblo + líder y en el villano enemigo externo – traidor interno, siendo la élite quien traiciona al pueblo y el líder el que logra por primera vez darle cabida a un espacio de poder negado siempre. La narrativa de traición permite canalizar rabia y resentimiento del pueblo hacia la acción política que el líder define. El populismo mantiene siempre viva la división entre pueblo y élite, administrándola, porque es lo que da poder al líder.

En los años que vienen, las empresas van a tener que cuidarse de que no las encasillen en el rol de villanos, muchísimo más de lo que advertí en una. Van a tener que entender cuán diverso es el Perú y no pisar el palito, como ocurrió en el Congreso cuando el premier Bellido empezó a hablar en quechua, a pesar de la advertencia de Cerrón de que se venía una confrontación entre dos mundos.

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Lima y el mundo rural coinciden muy poco en su visión política. La encuesta más reciente disponible es de IEP y señala que 49% de nuestros compatriotas de zonas rurales apoyan al gobierno de Castillo; 43% a Guido Bellido (44% lo desaprueba); 67% quería que se otorgue el voto de confianza, 51% quería algunos cambios de ministros. Un 63% cree que el gobierno atenta contra la libertad de prensa cuando no deja ingresar a periodistas. La imagen del presidente Castillo es buena: 62% cree que se preocupa por los que menos tienen y que es honesto, 60% que es democrático y a 56% le inspira confianza. Un 39% cree que la economía del país mejorará (20% que seguirá igual y 33% que empeorará). A ese Perú le habló Bellido.

Vladimir Cerrón es otra historia: a 85% le genera poca o ninguna confianza, 80% lo considera poco o nada honesto, y 75% lo considera poco o nada democrático. Un 36% cree que tiene mucha influencia en el gobierno y 27% que tiene algo de influencia. Según Ipsos a inicios de mes, un 81% consideraba que es una mala influencia y que debía alejarse. No lo va a hacer.

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Las calles le hablaron a Bellido
El gabinete consiguió una confianza exagerada, pero las calles no están tranquilas. Pedro Castillo debe cambiar a algunos ministros cuestionados.