Decenas de proyectos mineros –US$50,000 millones en inversiones privadas, un millón de empleos formales (sobre todo en la sierra)– están congelados por la antiminería peruana.
Decenas de proyectos mineros –US$50,000 millones en inversiones privadas, un millón de empleos formales (sobre todo en la sierra)– están congelados por la antiminería peruana.

Tuvo que ser un oportunista como Ollanta Humala quien acuñó la estúpida disyuntiva entre agricultura y minería. “Agua sí… oro no”, dijo en Cajamarca, allá por el año 2011, en una de las tantas manifestaciones políticas de la campaña presidencial de aquel entonces.

De manera similar, tuvo que ser un torcido como Martín Vizcarra quien secretamente se comprometió a no autorizar el proyecto minero Tía María en Arequipa. “Agro sí… mina no” fue la cantaleta que privó a los isleños del progreso y bienestar que habría generado una inversión tan importante.

Mirtha Vásquez –ex primera ministra– pasó a la historia por anunciar el cierre de las minas Pallancata, Inmaculada, Apumayo y Breapampa en Ayacucho. ¿Qué pasó? Vásquez no tuvo las agallas para defender a la minería formal frente a un grupo de extorsionadores antimineros.

Por otro lado, ¿cómo olvidar el penoso “Tía María no está en la agenda del Gobierno” del premier Alberto Otárola, y la –también– penosa intervención de la señora Dina Boluarte, en el mismísimo Foro Económico Mundial de Davos 2022? En aquel entonces, doña Dina todavía no era la No. 1. Sin embargo, era la vicepresidenta de la República y ministra de Desarrollo e Inclusión Social. ¡Así que no me vengan con que era una pichiruchi! ¿Qué dijo doña Dina en Davos respecto de la minería peruana? “Están muriendo mis hermanos y hermanas, las niñas y los niños, sus animales no tienen pasto para comer y los estamos matando de a poquitos”. Ojo, no hizo ninguna excepción. Las empresas mineras peruanas –todas… según ella– ¡mataban a niños y a animales de a poquitos!

Por cuestiones de espacio no me referiré a todo el “antiminerismo” peruano, el cual es vasto y diverso. Pero sí me referiré a una de sus consecuencias. La mina Yanacocha –en Cajamarca– está por acabarse. El canon minero cajamarquino ha caído significativamente en los últimos años, y pronto se extinguirá casi por completo. Ya cayeron las inversiones locales en infraestructura y, por ende, los empleos. La pobreza ha crecido en Cajamarca y el hambre también… así como la inseguridad y la delincuencia.

Sin embargo, decenas de proyectos mineros –US$50,000 millones en inversiones privadas, un millón de empleos formales (sobre todo en la sierra)– están congelados por la antiminería peruana. ¡20% del Producto Bruto Interno (PBI) del país… congelado! ¡Qué más quieren que les diga!

Agricultura sí… minería también. ¡Ese debió ser el grito en Cajamarca e Islay en su momento! ¡Ese debe ser el grito del Perú… siempre!