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Es la economía, estúpido

“Es la economía, estúpido” fue la famosa frase que utilizó Bill Clinton en el debate presidencial que tuvo con George Bush (padre) en 1992, y que le permitió ganar la elección a un gobernante que tenía cerca de 80% de popularidad, pues con ella resumió, de un modo crudo pero impactante, la tremenda incidencia de factores como el crecimiento, la inflación y el empleo en la vida de los ciudadanos.

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Fecha Actualización
Por: Natale Amprimo
“Es la economía, estúpido” fue la famosa frase que utilizó Bill Clinton en el debate presidencial que tuvo con George Bush (padre) en 1992, y que le permitió ganar la elección a un gobernante que tenía cerca de 80% de popularidad, pues con ella resumió, de un modo crudo pero impactante, la tremenda incidencia de factores como el crecimiento, la inflación y el empleo en la vida de los ciudadanos.
Su frase me ha vuelto a la cabeza en estos días cuando observo la campaña en marcha para exigir que el Ministerio de Energía y Minas emita un decreto supremo según los supuestos contenidos en una sentencia reciente de acción popular emitida por la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de la República.
A contrapelo del régimen regulatorio establecido en la Ley de Concesiones Eléctricas, dicha campaña busca que se incorporen costos fijos en la declaración que hacen los generadores de energía para que el ente técnico –el conocido COES– establezca el mínimo costo por energía.
Más allá de que un juez no puede determinar cómo debe redactar el gobierno una norma reglamentaria que reemplace a la dejada sin efecto, lo que, en resumen, quiere esa campaña es que las generadoras que utilizan gas incorporen en su declaración el costo fijo que obligatoriamente asumen de dicho componente –es decir, aquello que pagan, lo usen o no–, olvidando que, a efectos de lograr el menor costo por energía, nuestra legislación determina un sistema regulatorio sustentado en la teoría económica del costo marginal, lo que quiere decir que se determina solo en función de los costos variables.
Esta teoría económica no es originaria del Perú, sino propia de la microeconomía. Según el gran economista Paul Samuelson, “el costo variable representa los gastos que varían con el nivel de producción –como las materias primas, los salarios y el combustible– e incluye todos los costos que no son fijos”.
Si las empresas generadoras que utilizan gas deben incorporar el costo fijo que pagan por molécula bajo el sistema Take or Pay, se altera el sistema regulatorio vigente en el Perú desde 1992, el cual ha permitido que hoy el 97% de peruanos tenga acceso a la electricidad.
¿Qué ocurre si nos alejamos de esta matriz e incorporamos costos fijos a la declaración?, ¿cómo nos afecta eso? Las respuestas a estas interrogantes son muy simples: si sube el precio de transferencia entre generadoras, el costo de la energía se incrementa, lo que afecta los costos de producción, la competitividad y el crecimiento del país. Todo lo cual repercute, finalmente, en los precios/tarifas que pagan los usuarios.
No hay que ser un especialista para saberlo. Por simple lógica, si aumenta el costo de la energía que pagan, por ejemplo, el Tren Eléctrico o las empresas que producen galletas o gaseosas, se producirá un alza del precio del pasaje, de las galletas y de las gaseosas.
Si todo esto es tan claro, es válido preguntarse, entonces, ¿qué pasó? La respuesta también está en las reglas de la economía elemental. La oferta energética estaba prevista para un crecimiento económico del país que, lamentablemente, se paró y se cayó. Como se enseña en el curso básico de economía, cuando hay mucha oferta y poca demanda, los precios bajan.
Así de fácil funciona la oferta y demanda, aunque algunos pretendan desconocerlo. Como diría Clinton, es la economía.

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