"Aunque nuestro país está constantemente expuesto a fenómenos ambientales y naturales (p. ej., las lluvias de 1989, 1998, 2017 y las que se viven en el norte del país en estos días), resultan insuficientes los esfuerzos de prevención y mitigación que se han realizado en los últimos años".
"Aunque nuestro país está constantemente expuesto a fenómenos ambientales y naturales (p. ej., las lluvias de 1989, 1998, 2017 y las que se viven en el norte del país en estos días), resultan insuficientes los esfuerzos de prevención y mitigación que se han realizado en los últimos años".

Daniel De La Torre Ugarte y Julio Aguirre. Investigadores del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP)


Es la historia de todos los años: las fuertes entre febrero y marzo, principalmente en el norte, dejan calles inundadas y las casas –principalmente las de quincha y adobe– derrumbadas, otro problema grave que no solo significa la pérdida de bienes materiales, sino también de vidas humanas. No obstante, aunque nuestro país está constantemente expuesto a fenómenos ambientales y naturales (p. ej., las lluvias de 1989, 1998, 2017 y las que se viven en el norte del país en estos días), resultan insuficientes los esfuerzos de prevención y mitigación que se han realizado en los últimos años. En las últimas semanas, hemos visto como el ciclón Yaku genera estragos en la costa norte del país: en Tumbes, Piura, Lambayeque y La Libertad no ha dejado de llover, y en los últimos días experimentaremos fuertes lluvias en Lima, según Senamhi.

¿Qué hace falta para evitar las pérdidas humanas y materiales que nos dejan las lluvias? La respuesta es compleja, ya que pasa por la voluntad del Ejecutivo y los gobiernos regionales para diseñar e implementar políticas de prevención y mitigación de desastres. Del mismo modo, es clave contar con profesionales y técnicos capaces de gestionar eficientemente el presupuesto público; punto urgente si consideramos que, en 2020, el Fondo de Intervenciones ante la Ocurrencia de Desastres Naturales (Fondes) contó con un presupuesto aproximado de S/8,031 millones, de lo que solo ejecutó el 43.5%.

Si bien las intensas precipitaciones son usuales en esta región del mundo, los avances tecnológicos nos permiten anticipar e implementar estrategias de prevención y mitigación. Partimos identificando el nivel de riesgo, junto con Indeci y Senamhi. Seguidamente, es necesario determinar niveles de potencial peligro (umbrales), que nos ayuden a prever la llegada de estas lluvias. La Cruz Roja Internacional desarrolló un enfoque de acciones de prevención que permite intervenir de manera temprana cuando se alcanzan estos umbrales.

Este sistema ya ha sido implementado con éxito en distritos de Piura y Lambayeque. Por ejemplo, en el distrito lambayecano de Picsi, se entregaron a los hogares kits especiales para el reforzamiento de los techos, previniendo daños por inundaciones y lluvias. Tras El Niño de 2017, los hogares intervenidos experimentaron una reducción de daños del 63%, como lo evidenció un estudio del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP) junto a Red Cross Red Crescent Climate Centre. Estos hallazgos y todas las herramientas para la implementación de este modelo se encuentran a disposición de las autoridades en la propuesta de política pública “Inversión pública en la prevención y reducción de los impactos de los desastres de origen natural” y es aplicable también para fenómenos telúricos, entre otros.

Finalmente, será determinante la educación en prevención de desastres, desde temprana edad, que nos permita contar con peruanos y peruanas mejor preparados para hacer frente a los desafíos que supone vivir en una geografía tan diversa como la que envuelve nuestro Perú.

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