PUBLICIDAD
[OPINIÓN] César Luna Victoria: “Plegaria para no morir”
“Estamos fallando en lo elemental. No podemos pasar a la historia como una generación incapaz de lograr un mínimo de bienestar”.
Imagen
Fecha Actualización
Relata el evangelio de Juan que María, la madre, le dijo a Jesús: ‘Ya no hay vino para los invitados’. Era una boda en Canaán. Jesús pide que llenen las tinajas de agua y la convierte en vino. Fue el primer milagro. Empieza la religión. Tres siglos después, Constantino se convirtió al cristianismo, proclamó que era la religión oficial del imperio y se acabaron las persecuciones. En esa paz, el Concilio de Nicea incorpora los cuatro evangelios a la Biblia, como el relato oficial de la vida de Jesús. La idea principal era que Pedro había sido designado el sucesor y, a partir de él, el poder se transmitía de Papa en Papa. Por esa época se escriben nuevos evangelios, que relatan que hubo gente más cercana a Jesús, que aprendió mejor sus enseñanzas y que, por tanto, podían ser más fieles en la evangelización. Entre ellas estaba María, la magdalena, y sus seguidores. Una sutileza para cuestionar la autoridad eclesiástica de los papas. Pero la curia oficial consolida su poder: llamó apócrifos a los nuevos evangelios; María, la magdalena, pasó a la categoría de puta; se marginó a las mujeres de la liturgia; y la Iglesia, aunque popular, reservó el mando para la aristocracia.
En el Museo Egipcio de Berlín, cerca del busto de Nefertiti, una de las esculturas más bellas de la antigüedad, se exhibe la versión en copto del evangelio atribuido a María, la magdalena. A partir de ese evangelio se ha escrito mucho. La versión de Cristina Fallarás (Barcelona 2020) propone una María próspera en el puerto de Magdala, en el Mar de Galilea. Hereda del padre el comercio de peces en salmuera y gestiona una suerte de hospital encubierto entre las habitaciones de su mansión, liderando a mujeres en el afán de estudiar anatomía y curar enfermos. Ella es rebelde, porque los zelotes, los fanáticos religiosos de entonces, se lo tenían prohibido y habían asesinado al padre, digamos, por ser más respetuoso de la vida que del culto. Jesús llega y con él una muchedumbre que busca esperanza. La gente satura las orillas del lago, que eso es el Mar de Galilea. Crisis humanitaria. María y sus mujeres atienden a los enfermos por hacinamiento, pero, como son médicas clandestinas, el mérito es de Jesús. También descargan los almacenes y distribuyen las conservas para aliviar el hambre de tantos y el mérito se vuelve a atribuir a Jesús. Así habría nacido el relato del milagro de curar enfermos y de multiplicar los peces.
Ficción o realidad, la religión primigenia no se entretuvo en dirimir si María, la madre, era virgen bendita; o si Dios era tres en uno; ni cuánto se debía pagar por indulgencias para ahorrar unos años de purgatorio. El paraíso no era una promesa para después de la muerte, sino aquí y ahora. El mensaje era este: un mandamiento nuevo os dejo, que os améis unos a otros, como yo os he amado (versión del evangelio de Juan); o ama a tu prójimo como a ti mismo (versión del evangelio de Mateo). Son piezas maestras para cualquier estrategia política. Es que de eso trata religión o política, las dos formas que organizan la historia. Su misión es ofrecer y lograr un mínimo de bienestar. A tenerlo presente, hoy más que nunca, por las noticias de los últimos días. Un vicepresidente del Congreso, que tenía los recursos suficientes para pagar atenciones privadas, con seguridad y vehículos a disposición, murió porque no hubo sanidad pública que le atendiera un infarto cuando estaba en un balneario, a una hora de la capital de la provincia. Esta semana, en Lima, no tendremos agua entre dos y cuatro días. En el Perú entero, en septiembre, el 57% no ha completado sus alimentos por falta de dinero (IEP). Noticias que sorprenden nuestra tranquilidad, pero que sufren millones de peruanos todos los días. Estamos fallando en lo elemental. No podemos pasar a la historia como una generación incapaz de lograr un mínimo de bienestar. Pero unos sabotean los recursos necesarios, capturando minas o bloqueando carreteras; y a otros nos falta empatía y un poco de amor. Estamos obligados a entendernos para no morir. Ahora.
VIDEO RECOMENDADO
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD