(Foto: INEI)
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El Perú, entre tantas otras cosas, ha perdido el centro. Hemos tenido gobiernos de derecha y de izquierda. Pero a la larga, para no colapsar, tenías que correrte al centro. Pensar desde el centro obliga a considerar a los extremos. Como no puedes dar a unos todo y a los otros nada, tienes que conciliar puntos intermedios. Estás obligado a manejar esperanzas y administrar frustraciones, porque en política no hay cosechas tempranas. Estás obligado a respetar leyes e instituciones, porque ellas ordenan los reclamos según una prioridad, para que todos tengan la certeza de que en algún momento les llegará el turno. Desde el centro se aprende a gobernar.

La segunda vuelta fue diseñada para forzar el centro. Sin embargo, en estas elecciones, los candidatos han estado muy cómodos en los extremos. No han tenido que endulzar sus mensajes, los han lanzado a la bruta. Eso es llover sobre mojado porque venimos de malas. Tener un presidente vacado, dos forzados a renunciar y el último provisional. Un pésimo Congreso disuelto y otro peor que lo sustituye. Corrupción en obras públicas inspirada en el Club de la Construcción o en la justicia inspirada en Los Cuellos Blancos. Partidos políticos a la deriva, desplazados por organizaciones de base, desbordadas por los mismos reclamos que alentaron. Proyectos mineros que no van porque lo manda la calle que ha tomado la carretera. Veremos de lejos, sin aprovechar, este nuevo superciclo de precios de los minerales. Triste récord de ser el país con más muertes y más pérdidas económicas por pandemia. Sin embargo, las ofertas son paralizar aún más la economía o sufrir colapsos sociales o las dos cosas al mismo tiempo. Tanta crisis merecía una respuesta distinta y mejor.

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Este domingo habrá una mitad que sentirá rabia por quedar postergada. Unos como siempre, otros quizá por primera vez. Para que eso no explote, queda un trabajo enorme de reconstrucción y conciliación. Entonces, tenemos la urgencia de recuperar el centro. El que gane debe gobernar para todos. Que vaya dando buenas señales. Que anuncie pronto a los ministros claves y a los directores del BCR. Que, aunque falte mes y medio, pida que se ejecuten de inmediato los programas sociales que alivien tanta carencia. Que las empresas vayan haciendo chanchita porque se va a necesitar más recaudación. La moderación, pese al urgencia, no es cobardía. Se requerirá coraje y será muy difícil, pero es lo que toca. Piensa en esa otra mitad: si ganas, no habrás ganado; si pierdes, no habrás perdido; córrete al centro.

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