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[OPINIÓN] César Luna Victoria: “A cocachos aprendí”
“Si el Estado no tenía un proyecto educativo, Sendero sí lo tenía. Infiltró estudiantes como maestros y empezó a hacerle la pelea a Patria Roja”.
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La educación pública es un desastre, ya lo sabe y lo sufre de sobra. Como todos, queremos que esta situación cambie de una santa vez. Sin embargo, antes de preguntarnos cómo salimos de este desastre, quizá debamos preguntarnos cómo diablos nos metimos en él. La historia reciente empieza con Velasco, que, en lo que a educación se refiere, planteó las cosas claras. Para su apuesta ideológica, la educación debía servir para formar el hombre nuevo de ese Perú nuevo que sacaba a Pizarro de la Plaza Mayor para meter a Túpac Amaru en Palacio de Gobierno. Para su apuesta económica, la educación debía preparar la mano de obra calificada para las industrias subsidiadas que debían sustituir importaciones. Claro que había errores: no incluía la educación en el mundo rural, que aún concentraba la mayoría de la población; era discriminatoria, porque el límite para muchos era llegar a ser buenos obreros; pero era educación para todos y eso era un buen principio. Sin embargo, la élite ilustrada responsable del proyecto no incorporó a los maestros. Marginados, se radicalizaron y, desde entonces, hace 50 años, Patria Roja tomó el poder del Sutep, su sindicato más fuerte.
Luego vino la década perdida por hiperinflación y terrorismo. Con preocupaciones políticas mayores, la democracia abandonó la educación. Sin carrera magisterial y sin dinero, la educación fue más precaria que nunca. El maestro ya no era el mejor del pueblo, sino cualquiera que pudiese vivir con los cuatro reales que se pagaban. Pero, si el Estado no tenía un proyecto educativo, Sendero sí lo tenía. Infiltró estudiantes como maestros y empezó a hacerle la pelea a Patria Roja. Años antes, Sendero se había separado de Patria Roja para iniciar la guerra popular, solo que por entonces se llamaba Bandera Roja. Así que el magisterio fue el campo de batalla entre las fracciones más radicales de la izquierda. Lo sigue siendo, porque los senderistas reciclados en el Movadef han armado el Fenate, otro sindicato para competir con el Sutep, que Castillo legalizó, entre otros desaciertos. Pero Patria Roja, sin dejar de ser roja, ha hecho patria. Controla la Derrama Magisterial, la AFP de los maestros, que, hasta donde se conoce, es de lo mejorcito. Tiene un fondo editorial que ha publicado “Pensamiento Educativo”, una obra monumental en 15 tomos que repasa la educación en el Perú desde las primeras culturas. El último tomo, “Cambio, Continuidad y Búsqueda de Consenso 1980 – 2011", de Ricardo Cuenca, diagnostica el presente. Hay un epílogo, sobre el gobierno de Humala, del mismo Cuenca, en la Revista Poder de agosto de 2016. Da cuenta del último gran esfuerzo para reconstruir la educación.
Ideas claves: (1) la educación siempre es un proyecto político, aunque se proclame neutra y súper técnica, porque sus resultados son ciudadanos que se insertan en la vida del país, que deben tener opinión y elegir sobre modelos de vida y eso es política; (2) aun siendo técnica, leer y matemáticas son solo habilidades primarias, lo relevante es entender qué nos pasa y proponer cómo ser mejores y, para eso, valen también las ciencias y las humanidades, cuyos matices son también políticos; y (3) sin maestros no llegamos a ningún sitio, y ahora nos debatimos entre cómo tener a los mejores por méritos y qué hacemos con los peores y sus derechos laborales, así que es más prudente negociar con Patria Roja antes que tengamos que hacerlo con la intransigencia del nuevo Sendero. Temas no menores son reconstruir la infraestructura para tener colegios bien puestos; mejorar la gestión pública para la logística y administración de tantas unidades; y mejorar capacidades y sistemas pedagógicos. El sector privado viene acompañando estas mejoras y hay mucho mérito en eso. Pero el tema central sigue siendo político, tanto en el diseño del proyecto educativo como en la negociación con los sindicatos. Al fin de cuentas, la educación individual es para conseguir mejor empleo, pero a nivel público es para ser menos desiguales y aspirar a tener mejor sociedad y democracia.
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