Foto: GEC
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En el Perú cada vez se cree menos en los políticos que nos gobiernan. La sensación es que ven una realidad distinta de la que percibimos los ciudadanos de a pie y que son incapaces de ponerse de acuerdo con temas elementales. Una parte importante de peruanos no siente los beneficios de las hasta hace poco tiempo buenas tasas de crecimiento económico. No observan mejoras significativas en educación, salud, seguridad, infraestructura rural, etc. Ante eso, la mayoría señala que hay que cambiar el modelo económico. La evidencia empírica muestra que, sin un Estado que funcione adecuadamente, no existe modelo que funcione para todos.

¿Quiénes toman las decisiones económicas y de reformas en sectores básicos como educación y salud? El grupo al que llamamos la clase política, es decir, ministros, congresistas, funcionarios, entre otros. ¿Por qué no toman las decisiones que la ciudadanía considera correctas? ¿Por qué no son autocríticos? ¿Por qué no explican en lenguaje simple lo que quieren hacer, cómo y en cuánto tiempo se verán los resultados? La mala política no puede coexistir con una buena economía. Existe una vinculación entre ambas.

Por un lado, si la economía no va bien, los políticos que dirigen el país aparecen como los primeros culpables porque no tomaron decisiones correctas o si lo hicieron, fueron erradas; por otro, si la economía va bien, es natural esperar que vaya bien para las grandes mayorías y eso está relacionado con reformas claves en los servicios básicos, como educación y salud. Si las instituciones políticas no funcionan, entonces estamos lejos de legislar en torno de reformas claves que conecten el crecimiento con el bienestar de todos.

MIRA: ¿Qué es un modelo económico?

Existen dos escenarios para implementar reformas: a través del consenso o de manera vertical. El primer camino es más largo, pero conduce a resultados más sostenibles y es el mecanismo normal de las democracias representativas. El segundo tiende a ocurrir en gobiernos con características autoritarias.

La democracia es el gobierno del pueblo, pero, como todos no pueden gobernar, los ciudadanos eligen a algunos de ellos para que los representen, tanto en el Poder Ejecutivo como en el Congreso. Las democracias funcionan mejor cuando existen partidos políticos sólidos, de alcance nacional que canalicen las demandas de los ciudadanos, algo inexistente en el caso peruano. Las sociedades funcionan con reglas e inclusive contemplan los caminos para cambiarlas. No se puede patear el tablero.

Mejor nos concentramos en debatir cómo hacer las reformas para que el buen manejo macroeconómico se refleje en un bienestar microeconómico. Ese nexo no se crea con intolerancia, descalificaciones personales o insultos. Se hace al revés, a través del respeto a las ideas distintas y la búsqueda de puntos comunes. ¿Alguien está en desacuerdo con la necesidad de vacunar al mayor ritmo posible a todos los ciudadanos? Veamos cómo hacerlo. Bienestar para todos como meta, equilibrio y evidencia empírica para saber qué hacer es la salida. ¿Más empleo? Claro, pero el empleo no se crea por decreto. Lo sabemos. No nos engañemos.

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José Carlos Requena
José Carlos Requena