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(OPINIÓN) Carlos Parodi: “Reactivación por demanda”
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Pasados 20 días del mensaje a la nación del 28 de julio, la incertidumbre respecto del futuro de la economía se mantiene. No hay señales claras. Pienso que el gobierno enfrenta tres retos: primero, recuperar la credibilidad; segundo, contener la tercera ola, y tercero, reactivar la economía con el objetivo de aumentar los empleos. Los tres están entrelazados, pero me centraré en la economía.
Reactivar significa producir más. Para ello, antes debe aumentar el gasto (también llamado demanda). Si aumenta el gasto (demanda), se elevan la producción y el empleo. Ese es el camino. ¿Cómo hacerlo?
En primer lugar, la demanda por lo que una economía produce puede dividirse en demanda externa (exportaciones) y demanda interna, que, a su vez, tiene cuatro componentes: el consumo privado, el consumo público, la inversión privada y la inversión pública. Los aumentos en cualquiera de ellos elevan el PBI y, por ende, reactivan la economía. Por lo tanto, hablar de reactivar abre el abanico de cinco opciones que no son excluyentes entre sí; algo así como los motores de la economía.
Sin embargo, es crucial tener en cuenta los límites de utilizar cualquier combinación de cada una de ellas. Un aumento del consumo público o de la inversión pública está limitado por lo que el gobierno tiene y puede gastar. En 2020, el déficit fiscal ascendió a 8.9% del PBI y la deuda pública a 35% del PBI. Esto impide que la reactivación se haga “desde el gasto público”, pues habría que financiar la diferencia con mayor endeudamiento. Y, aunque nos podemos endeudar un poco más, no alcanza para el nivel de gasto que tendría que hacerse para mover la aguja de la economía. Además, la inversión pública representa solo 20% del total de la inversión.
La alternativa es reactivar por inversión privada. La experiencia internacional demuestra que es la única manera de lograr un crecimiento sano y sostenible, pero, ¿cómo hacer para aumentar la inversión privada? A veces es fácil decirlo, pero no se le puede obligar a nadie a invertir. Imagine que es su dinero; la pregunta es ¿qué necesitaría para invertirlo? Un ambiente adecuado para que los proyectos puedan implementarse; marco tributario estable, reglas de juego claras, burocracia mínima, etc. El riesgo lo corre el inversionista y lo mismo vale para un pequeño emprendedor como para un gran proyecto. Nadie invierte si no confía. Insisto: colóquese en el caso de que sea su dinero.
El camino es así: aumentar la inversión para que así se eleve el empleo, los ingresos y el consumo. La evidencia empírica avala la afirmación anterior. Lo que pasa es que las buenas intenciones no bastan. Si fuera una cuestión de buenos deseos, hace rato que seríamos una sociedad avanzada.
¿Y si, además, agregamos el motor exportador? Del total de las exportaciones peruanas, cerca del 60% son mineras. Los precios están determinados en los mercados internacionales. Quedan las no tradicionales, como, por ejemplo, agroindustria. Ellas requieren una economía mundial en movimiento para que el resto del mundo demande lo producido dentro del país.
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