En los últimos días hemos visto una impúdica instrumentalización del sistema de justicia para amedrentar al periodismo de investigación, para silenciarlo.
Ayer el periodista Christopher Acosta (autor del libro Plata como cancha) fue condenado a dos años de prisión suspendida y al pago de una reparación civil de 400 mil soles junto al director de la editorial Penguin Random House, Jerónimo Pimentel, por difamación agravada contra César Acuña. En una interpretación antojadiza y arbitraria, el juez Raúl Jesús Vega ha considerado que las citas textuales que Acosta recogió de terceras personas no fueron corroboradas por fuentes confiables. Es decir, en la lógica del juez Jesús, el periodista debe probar las afirmaciones de terceros. Bajo esta premisa, el ejercicio de investigación periodística, que reproduce lo que dicen terceras personas, sería impracticable. Esta sentencia fija un precedente peligroso para la libertad de expresión en el país y contraviene la jurisprudencia de la Corte Suprema y la Corte IDH que fijan estándares en materia de investigación y libertad de expresión. Esperemos que en segunda instancia se desestime esta decisión que carece de todo sustento jurídico.
El fin de semana Pedro Salinas, el infatigable periodista que viene investigando al Sodalicio los últimos años y que está a puertas de publicar un libro sobre el financiamiento de esta congregación, fue víctima de acoso fiscal y policial luego de que su casa fuera allanada en el marco de una investigación que se le sigue a raíz de una denuncia por colusión agravada. Esta investigación parece más bien buscar amedrentar al periodista y formaría parte de intentos previos que buscan intimidarlo. Ya desde antes Salinas y Paola Ugaz, autores del libro Mitad monjes, mitad soldados (investigación sobre los múltiples abusos del Sodalicio), vienen siendo hostigados con querellas.
Ante este abuso de los órganos de justicia, los ciudadanos debemos levantar la voz. Al final, el periodismo de investigación fiscaliza el poder (de cualquier índole), y mutilarlo atenta directamente contra la libertad, contra la democracia misma.
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