"Si no defendemos la Constitución e instituciones y exigimos transparencia, seguiremos cocinándonos". (Foto: Jesús Saucedo/@photo.gec)
"Si no defendemos la Constitución e instituciones y exigimos transparencia, seguiremos cocinándonos". (Foto: Jesús Saucedo/@photo.gec)

Si se ponen ranas en una olla con agua, estarán a gusto y, cuando se lleve a fuego bajo para que caliente lentamente, las ranas seguirán tranquilas hasta que el calor sea insoportable; para entonces, cuando quieran salir, será tarde pues ya estarán hervidas.

Algo similar sucede con el país, cuando ese 50.1% con su irresponsable voto nos sumergió en esa olla que se calienta desde el 28 de julio. Pese a los evidentes saltos de temperatura: subida del dólar; fuga de capitales; ausencia de inversión privada; ingreso de filoterroristas; incapaces y pillos al Estado; ataques terroristas a minas; falta de transparencia del presidente, ministros y funcionarios; indicios de corrupción en entidades públicas; proyectos paralizados; manejos impropios de recursos públicos, entre muchas señales de alarma, la gente sigue sancochándose.

El gobierno de la izquierda peruana (están todos), ‘liderado’ por Castillo, la Vero y Cerrón, es desastroso. Más allá del discurso incendiario, de copar las entidades estatales (como Petroperú, Minam, Midis, etc.) y de navegar sin rumbo, los resultados son los que siempre produce el socialismo, izquierdismo o comunismo (llámenlo como quieran): aumento de la pobreza, recorte de libertades y riqueza para quienes ocupan el poder y los suyos.

Son pocas las voces de alerta, y desnuda el poco fuste de la élite intelectual, empresarios, periodistas y medios que apañan al [des]gobierno o miran al costado en complicidad con la pasividad de muchos congresistas y políticos mercantilistas, de unas FF.AA. avasalladas y del conformismo de la cada vez, menos grande, clase media.

Este gobierno no va a mejorar, pues de las piedras no brota agua, pero podemos limitar los daños. Si no defendemos la Constitución e instituciones y exigimos transparencia, seguiremos cocinándonos y cuando queramos saltar de la olla, será tarde pues ya seremos sopa de rana.

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