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[OPINIÓN] Andrés Romaña: “Entre caviares y DBA”
“Ambos grupos asumen que, si se discrepa de sus ideas, es por un interés malévolo oculto, pero ninguno se da cuenta de que de esta pugna no habrá victoriosos”.
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La crisis permanente que vive el Perú no es más que una guerra entre dos sectores que no están dispuestos a ceder ni un milímetro. Estos grupos no ven al otro como un adversario político, sino como un enemigo al que hay que destruir.
Por un lado, se encuentra la “caviarada”, integrada principalmente por políticos, artistas y académicos con una tendencia de izquierda, aunque por vergüenza se dicen progresistas. Este sector habla mucho de la empatía, pero a la primera que alguien discrepe de sus posturas, le ponen el prefijo “fuji”, para evocar el fantasma de los noventa —aunque muchos de ellos eran acérrimos fujimoristas en plena dictadura—.
Este grupo suele tener un discurso apocalíptico cada vez que su tribu pierde un espacio de poder. Para ellos, dictadura y democracia son términos relativos, dependiendo de su conveniencia. Vacancia de Vizcarra, inhabilitación de Zoraida Ávalos, elegir miembros del TC y defensor del Pueblo es dictadura; cerrar un Congreso de oposición bajo negación fáctica, destituir de un plomazo a 15 generales de la PNP, destruir aeropuertos y bloquear carreteras… es democracia pura.
En otra orilla está la DBA, en constante purga por su obsesión de ser la verdadera derecha. Para ellos, si no se cumple con todos sus estándares, uno es caviar o liberprogre. PPK y De Soto, más capitalistas que Adam Smith, fueron tildados de caviares por este grupo. Además, al igual que el caviar, la DBA percibe cada espacio de poder como un juego de suma cero, sin embargo, es más miope. Ahora odian a Vizcarra, pero pactaron con él para destituir a PPK. También le abrieron las puertas del Congreso a Castillo en 2017.
Ambos grupos asumen que, si se discrepa de sus ideas, es por un interés malévolo oculto, pero ninguno se da cuenta de que de esta pugna no habrá victoriosos. La gran mayoría de peruanos tiene problemas más importantes que las PASO o la batalla cultural, y que la democracia no está resolviendo. Hay que recordar que el peruano no es demócrata, solo le gusta elegir a su tirano.
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