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[OPINIÓN] Alfonso Bustamante Canny: “¿Es el empleo formal un objetivo país?”
“Esta semana, el Congreso debate una nueva regulación que rigidiza el trabajo nocturno, lo que sin duda ocasionará que muchas empresas se vean obligadas a suspender las jornadas nocturnas”.
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El empleo informal en el Perú pasó de 3.5 millones en 2019 a 3,785 millones a marzo de 2023, es decir que en los últimos 3 años, 285 mil peruanos que contaban con un empleo formal, hoy ya no tienen CTS, ni gratificaciones de julio y diciembre, ni derecho a vacaciones remuneradas ni aportes a un plan de jubilación. También han visto recortado su ingreso promedio mensual, a la mitad, y para colmo de males ya no pueden acceder a los mediocres servicios de Essalud, sino que ellos y sus familiares pasan a la infernal desprotección del Ministerio de Salud (Minsa) en caso de enfermedad. La data del INEI también incluye en la triste estadística que hoy 400 mil compatriotas no tienen acceso al trabajo.
Con 76% de empleo informal, el Perú ocupa el primer lugar de este penoso ranking. En 1986 Hernando de Soto señalaba en El otro sendero que la economía informal es una respuesta lógica a la falta de instituciones eficientes y accesibles y argumenta que esta es una consecuencia de las barreras institucionales y regulatorias que limitan la capacidad de las personas para participar en la economía formal. El director de la OIT en su discurso inaugural en la convención anual del trabajo en Ginebra de este año dijo que nada contribuye más al desarrollo humano que el tránsito de la informalidad hacia la formalidad.
Entonces, por qué siguen empeñados Gobierno y Congreso en acentuar la informalidad en vez de concebir un plan contra este flagelo. Las barreras institucionales y regulatorias referidas por De Soto se han acentuado en las últimas dos décadas, desalentando la formalidad. Cada vez que el Gobierno sube arbitrariamente el sueldo mínimo o el Congreso modifica la regulación laboral supuestamente en favor de los trabajadores, miles de trabajadores y empresas transitan hacia la informalidad. No he encontrado ni un solo proyecto de ley de la Comisión de Trabajo del Congreso orientado a reducir la informalidad laboral. Todo lo contrario, hay un cúmulo de iniciativas legislativas que agravan la situación. Están absolutamente desconectados de la realidad laboral, cuyo foco debe ser formalización y competitividad laboral.
Esta semana, el Congreso debate una nueva regulación que rigidiza el trabajo nocturno, lo que sin duda ocasionará que muchas empresas se vean obligadas a suspender las jornadas nocturnas, perjudicando así al trabajador que había optado por esta alternativa, que le resultaba más rentable y ya no podrá hacerlo.
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