Este domingo tendremos la segunda vuelta presidencial en Ecuador, donde Daniel Noboa, miembro de una de las mayores fortunas allá merced a su control sobre las exportaciones de banano, parte de favorito en las encuestas —hasta por 10 puntos de diferencia— frente a la candidata correísta Luisa González. Es que Rafael Correa genera un apoyo similar al que aquí en Perú registraban otrora el aprismo y el fujimorismo (alrededor de un 1/3 del electorado, pero con un antivoto mucho mayor). Desde su refugio en Bélgica, Correa ha elegido una marioneta que le parece mucho más confiable que su anterior delfín Lenin Moreno, quien se le “volteó” absolutamente al llegar al poder (hoy Moreno es otro refugiado y se ha exiliado en Paraguay). Un dato importante a tener en cuenta es que quien gane solo completará el periodo del presidente saliente Lasso, quien acudió a la muerte cruzada, una figura constitucional sui géneris ecuatoriana que consiste en la disolución del Congreso unicameral y la convocatoria a muy prontas elecciones generales, pero solo para complementar lo que le quedaba de gestión al presidente y los parlamentarios. Estas elecciones están marcadas por una mala situación económica, la amenaza de El Niño, las presiones de la migración venezolana y el estallido de una violencia narcocriminal desconocida en Ecuador. De ser un país muy pacífico se ha pasado a un clima de inseguridad general y de narcos poniendo bombas y asesinando tanto a un candidato presidencial como a los sicarios que participaron en este magnicidio. Los que no han tenido vela que encender en estos comicios son las otrora poderosas izquierda indigenista y la derecha tradicional, que obtuvieron unos resultados muy flojos. Otro tema es que el Congreso seguirá atomizado y en manos de la oposición si gana Noboa, pues el correísmo ha vuelto a obtener la primera minoría. Es improbable, pero si gana Luisa González posiblemente veremos el regreso de Correa a Ecuador y de sus venganzas.