A la fecha, ninguno de los reservorios mayores de los valles costeros está lleno y el final del verano está a la vuelta de la esquina. (Foto: Andina)
A la fecha, ninguno de los reservorios mayores de los valles costeros está lleno y el final del verano está a la vuelta de la esquina. (Foto: Andina)

Hace muchas semanas, ya con el epílogo del prolongado episodio de La Niña debidamente anticipado por la casi totalidad de modelos climáticos y expertos –los mismos que hoy como nunca disponemos– el péndulo natural entre El Niño y La Niña parecía iniciar su nuevo encuentro con El Niño.

A lo largo del verano, la mayoría de modelos climáticos se volvió la totalidad de ellos, por lo menos los de mejor historia predictiva. Un episodio nuevo del Fenómeno de El Niño es anticipado con su correspondiente versión en la costa peruana. Lo que hemos aprendido a denominar .

Científicos como Ken Takahashi y Kobi Mosquera del IGP, los pilares peruanos en estudios de El Niño y La Niña a nivel del océano y la atmósfera, nos enseñaron tras el fuerte El Niño de 2015 y 2016 –comparable en el océano a los de 1982/83 y 1997/98– que la presencia de uno no necesariamente trae la presencia del otro. Perú lo aprendió con el rigor de los huaicos e inundaciones del Niño Costero del verano de 2017.

Hablando con Takahashi, él menciona el carácter explosivo con el que puede darse un evento costero. Si los vientos alisios se debilitan o revierten, las aguas cálidas propias de la ubicación tropical del Perú podrían rápidamente ocupar el espacio de las aguas más frías con las que el Anticiclón y la Corriente Peruana modulan el clima costero y generan los impactos clásicos de El Niño en el norte.

La próxima semana –apenas a su inicio– concurren todos los elementos para que esto suceda en el norte: Se van a debilitar los vientos costeros, se van a revertir los alisios ecuatoriales y, además, comenta Mosquera: una Onda Kelvin cálida podría alcanzar el ya cálido escenario costero del extremo norte del país y Ecuador.

¿Cuán al sur llegarán las lluvias en la vertiente occidental de los Andes? No lo sabemos.

Lo que sí sabemos es que empezará a llover en el extremo norte de la costa y sierra norte y eso traerá consecuencias. Todas ellas conocidas, anticipables y –lastimosamente– muchas de ellas evitables si las obras de la Reconstrucción Con Cambios estuviesen listas.

Habrá impactos positivos, ciertamente. Este ha sido un año de lluvias (2022-2023) deficitario. A la fecha, ninguno de los reservorios mayores de los valles costeros está lleno y el final del verano está a la vuelta de la esquina.

Probablemente llenemos los reservorios del norte. Mucha de esa agua será erosión de las cuencas altas y colmatará aún más Poechos y Gallito Ciego (donde la situación de llenado es más crítica). Pero también, el final del verano facultará que la ventana de tiempo que lloverá en el norte sea de pocas semanas y no de tres meses como El Niño Costero del verano de 2017; que no es comparable al probable Niño Costero del otoño de 2023.