Lula da Silva fue denunciado por la Fiscalía de Brasil. (AFP)
Lula da Silva fue denunciado por la Fiscalía de Brasil. (AFP)

El 2018 es un año electoral en Brasil. En agosto se definirán los candidatos y en octubre se realizarán las elecciones a la presidencia y al Congreso.

En este contexto, se llevará a cabo en Porto Alegre un importante juicio. El Tribunal Regional Federal de la 4ª Región (TRF-4) decidirá sobre la condena a Lula da Silva y la sentencia de nueve años y seis meses de prisión dictada por el juez Sergio Moro en julio de 2017, bajo la acusación de recibir un departamento como coima de Odebrecht y OAS.

Si el TRF-4 confirma el fallo de Moro, Lula estará impedido de ser candidato y será enviado a prisión para cumplir su sentencia. Si el TRF-4 declara a Lula inocente, él podrá avanzar en su objetivo de volver a ser presidente de Brasil.

El 8vo. tribunal del TRF-4, conformado por tres jueces federales, tiene a su cargo el juicio. El relator, el juez Joao Gebran Neto, ya entregó su voto, en forma reservada, a los otros jueces. El 24 de enero el 8vo. tribunal emitirá su sentencia.

La sentencia de Moro sobre Lula es considerada un ejemplo académico de calidad y la tradición en el TRF-4 es confirmar o ampliar las sentencias dictadas por Moro. Sin embargo, este fallo afecta grandes intereses políticos y los partidarios de Lula están organizando manifestaciones en todo el país para presionar a los jueces del TRF-4.

¿Triunfará la presión de la maquinaria de Lula o prevalecerá la institucionalidad jurídica federal? Si prevalece la institucionalidad, el proceso de reformas seguirá avanzando; si los jueces ceden a las presiones, el populismo regresará y Brasil retrocederá. Pocas veces en la historia del país tres jueces han tenido responsabilidades tan grandes.