En Sapiens, Yuvel N. Harari explica cómo la gula puede estar relacionada con el comportamiento que teníamos cuando éramos nómades: ante la incertidumbre del tiempo que tardaríamos en encontrar una nueva fuente de alimentación, nuestros ancestros consumían todo lo que estaba disponible y, aún hoy, no siendo esa la situación, nuestros genes siguen haciendo que consumamos más de lo que necesitamos. En el caso de los peruanos que vivimos los gobiernos militares y el de García, es peor; digamos que la memoria de esos genes fue reactivada.

Con el toque de queda a las 6 p. m., sus restricciones a los días de compras, y una ley musulmana (ya levantada), el gobierno ha creado un escenario de falsa escasez que ha revivido la angustia de obtener hoy lo que quizás mañana no consiga: sea porque el local comercial estará cerrado, porque no me tocará salir o porque, como todos sienten la misma angustia que yo (y veo colas y carritos repletos), ya no habrá productos disponibles mañana.

En cuanto a la ansiedad por adquirir papel higiénico, la mejor explicación que he encontrado se vincula con la misma conducta: si alguien compra tres paquetes de papel (con, por ejemplo, 18 rollos) el volumen en el carrito de compras será enorme y lo mismo ocurrirá con el espacio vacío en el anaquel, donde bastará que 3 personas hagan un retiro similar para que veamos un enorme hueco que nos hará sentir que “se está terminando” y nos impulsará a una compra que normalmente no hubiéramos hecho.

Finalmente, hablemos de ahorros: ¿por qué necesitamos sacar nuestro dinero de las AFP? Porque, aun maldiciéndolas, es el único ahorro que tienen muchos peruanos. Vale decir, sin ellas, las “malqueridas”, no habría adónde recurrir.


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