(Getty Images)
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Así se definió Jorge Mario Bergoglio en una entrevista para una revista italiana. El papa Francisco ha dejado muy claro, desde el día uno de su pontificado, que es humano, que es menos abstracto que sus antecesores. Este Papa latinoamericano y jesuita nos pide, con humildad, que recemos por él y su pontificado.

Francisco no es beligerante, pero sí es directo y no le cuesta pedir perdón por el horroroso daño que curas pederastas le han hecho a muchos niños del mundo y a la propia Iglesia. Para los católicos y para quienes no lo son, Francisco, al entenderse a sí mismo como imperfecto, como pecador, nos deja claro a todos que reinventarse, perdonarse, es una tarea cristiana, pero sobre todo muy humana.

Hay voces que desentonan amenazando, vociferando, mostrando su intolerancia ante la presencia de Francisco, pero son solo un puñado. No se discute la deuda de la Iglesia católica con quienes fueron traicionados por diabólicos misioneros de Cristo que dañaron a decenas de inocentes que hoy son adultos, como las víctimas del caso Sodalicio, pero también es cierto que hay cientos de sacerdotes que entregaron sus vidas para mejorar la de miles en el mundo entero. En el Perú, al menos el 70% de la población es creyente y merece ser respetada. La tolerancia y la justicia que ciertos grupos exigen tanto, paradójicamente, son los que utilizan la violencia, la descalificación y la mofa para que los atiendan. Desde esta modesta columna, lo que busco es que en los días que Francisco esté en suelo peruano seamos capaces de recibirlo de la mejor manera: con mucha alegría para aquellos que lo admiramos y lo seguimos como jefe espiritual, y para aquellos otros, los que no quieren recibirlo, les propongo preguntarse ¿por qué Francisco convoca tanto cariño y respeto? La respuesta, evidentemente, no es que somos tontos o anticuados, sino que entendemos que es un ser humano capaz de inspirar a millones en el mundo entero. #TodosSomosPapa #BienvenidoFrancisco.