La PCM y el MEM reiteraron la predisposición del Gobierno de retomar un diálogo directo entre las comunidades y la empresa minera. (Foto: GEC)
La PCM y el MEM reiteraron la predisposición del Gobierno de retomar un diálogo directo entre las comunidades y la empresa minera. (Foto: GEC)

“Para bailar la bamba se necesita una poca de gracia… y otra cosita”. Aunque el conflicto entre MMG, el Gobierno y los comuneros de Fuerabamba no está para músicas, su futuro inmediato puede traer pesadillas para la dupla Vizcarra-Del Solar, pero, sobre todo, reveses económicos para el país.

El proyecto minero representa más del 20% de toda la producción de cobre del Perú. Hasta ahora, más de 50 días de bloqueo, ha comenzado un paro indefinido, hay cuatro detenidos, entre los que están los ‘asesores legales’ de los comuneros, quienes descubiertos por audios interceptados con autorización judicial buscaban llenarse los bolsillos, instigar a la violencia y extorsionar a la empresa minera.

Queda claro que los azuzadores de los comuneros además de querer sacar beneficios por 100 millones (querían lograr 500 millones) por derecho de pase de camiones con el mineral por la vía carrozable, buscaban algún muerto para escalar la tensión al límite. Los hermanos Chávez Sotelo están en arresto preliminar, pero la hipótesis fiscal es que encabezan una organización criminal. El caso del dirigente Gregorio Rojas podría tener otra ruta.

Lo que es claro es que el Gobierno de Martín Vizcarra tendrá que poner sus mejores esfuerzos para solucionar este conflicto social cuyas consecuencias, de no hacerlo, será un disparo certero en su línea de flotación, sobre todo, ahora que las encuestas comienzan a bajar y los enfrentamientos comienzan a subir. Ya pasó el referéndum y el discurso sobre la lucha contra la corrupción es ya insuficiente. La fragmentación del Congreso que enfrenta a Vizcarra, de haber tenido un enemigo único y poderoso como Fuerza Popular, convertido en un tigre desmuelado aunque aún intente rugir, ha pasado a tener que lidiar con pirañitas voraces que están buscando su propio río para sobrevivir políticamente después de 2021. No la tiene fácil, pero dejar hacer, dejar pasar para el jefe de Estado no es tampoco un buen negocio. A ponerse pilas, presidente.

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