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La mano que mece la cuna
“En el Perú se ha instalado la dictadura de lo políticamente correcto, que lleva a considerar que todo aquel que no es antifujimorista, es necesariamente fujimorista”.
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Es la mano que gobierna el mundo. Dice el dicho. La persecución judicial desatada contra el fujimorismo debería hacernos analizar la calidad de la prensa. El lunes 15 de octubre se llevó a cabo una marcha de los seguidores de Fujimori protestando por su detención preliminar. ¿Cuántos medios cubrieron la marcha? ¿Cuántas fotos ha visto? Tengo la certeza de que ni siquiera lo ha pensado.
Es a través de los medios de comunicación que los ciudadanos se informan y forman sus opiniones. La libertad de información, tanto desde el derecho de los periodistas de publicarla como de los ciudadanos para acceder a ella, es uno de los pilares de la democracia y el Estado de derecho.
Shock and Awe, película que trata sobre el rol de la prensa en la guerra contra Irak, nos deja tres lecciones: 1. La importancia de la prensa como contrapeso del Gobierno; 2. El rol que tienen los ciudadanos de exigir rendición de cuentas, aunque sean funcionarios públicos, porque antes de serlo son ciudadanos; 3. La obligación de los periodistas de tener la certeza de que la información que publican es cierta. En la película, los periodistas y su director cuestionan la información que reciben y esperan tener al menos tres fuentes antes de publicar. Aunque una de estas sea del Gobierno. Ello porque una sola no es suficiente para garantizar que la información sea cierta. En el Perú ello no ocurre. No solo eso, los titulares de la noticia tergiversan el fondo.
El poder de los medios es enorme. Y peligroso cuando la pluralidad no está garantizada. En el Perú se ha instalado la dictadura de lo políticamente correcto, que lleva a considerar que todo aquel que no es antifujimorista, es necesariamente fujimorista. Siendo ello considerado un delito. Pregúntese cuántos medios de comunicación se han atrevido a cuestionar la actuación del fiscal Pérez, el juez Concepción Carhuancho y la larguísima audiencia de prisión preventiva de Fujimori. Y usted no se pregunta, ¿quién tiene derecho a decidir qué debo saber y qué no?
“Los niveles más altos de la civilización deben depender aún más de un respeto escrupuloso por la importancia de la honestidad y la claridad en el reporte de los hechos y una preocupación extrema por la precisión en determinar cuáles son esos hechos”, John Walcott.
Walcott, en su lucha contra los medios para lograr que se publicara la información sobre lo que el Gobierno de EE.UU. estaba ocultando, sostuvo que llegaría el momento en que el New York Times pediría disculpas a sus lectores. Y así fue.
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