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Estado de derecho
“Por más inmoral que nos pueda parecer una conducta determinada, si esta no está prohibida, no es delito y no puede privarse de la libertad a quien la comete”.
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Keiko Fujimori ha sido enviada a prisión por 36 meses. Tres años, sin haberse presentado aún una denuncia contra ella. Vicente Silva ha corrido la misma suerte. El fiscal sostiene que Silva era un asesor en la sombra. Y el juez Concepción considera que, como Silva no militaba en el partido ni figuraba en el esquema organizacional, estaba por ello dentro de la estructura de la organización criminal. No hay pruebas. Pero el fiscal Pérez quiere convencernos de que los partidos son organizaciones criminales. Y las asesorías, una actividad ilegal.
Así, un día cualquiera alguien podría decir que usted o yo somos asesores de una persona de quien se sospecha es parte de una organización criminal. Aunque no sea cierto. Y podríamos ser enviados a prisión. Sin derecho al debido proceso y sin que se respete la presunción de inocencia. Y nadie dirá nada, porque siempre es más cómodo estar del lado de la mayoría, de los que más gritan, de los que se dicen la reserva moral. Lo difícil es alzar la voz cuando se afecta a aquellos con los que discrepamos.
El Estado de derecho se rige por un sistema de normas e instituciones. Todos los ciudadanos deben someterse a ellas. Una de las características del Estado de derecho es la predictibilidad ante la ley. Ello es una garantía. En el derecho penal, solo se puede sancionar una conducta que está tipificada como delito. Y es deber de una correcta administración de justicia sancionar una conducta ilegal. Y, sin embargo, por más inmoral que nos pueda parecer una conducta determinada, si esta no está prohibida, no es delito y no puede privarse de la libertad a quien la comete. Aunque sea Keiko Fujimori.
El presidente de la Segunda Sala Penal, Octavio Sahuanay, sostiene que “el gran mérito de un juez es que no se puede predecir cómo va a actuar. Si bien anulamos la prisión preliminar, ratificamos a Richard Concepción cuando fue recusado. Por tanto, no podemos hablar de predictibilidad”.
¡Exactamente lo opuesto a lo establecido en los principios del Estado de derecho! Y uno descubre que la debilidad del sistema es más profunda de lo que creía. Si los jueces no entienden los principios del Estado de derecho, los ciudadanos estamos desprotegidos.
Y mientras todo esto sucede, la prensa toma partido y publica información sabiendo que no es cierta, con la excusa de que es noticia. Dejando de lado la obligación que tienen con sus lectores. Si uno se para un día cualquiera frente a un quiosco y ve las portadas de los diarios, estaría convencido de que Fujimori ha sido hallada culpable, cuando ni siquiera ha sido denunciada.
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