Marcha contra el indulto
Marcha contra el indulto

Los jóvenes, esos que marchan, los que ven con asombro la cara dura con la que se les miente, los que discuten en las redes, esos son los que lo pueden cambiar todo. No tienen sentimientos de odio, ni quieren paralizar el país, todo lo contrario. No han heredado emociones negativas, como teme PPK. Han crecido viendo los horrores de la pobreza, la violencia, la corrupción y la injusticia.

En el Perú, se es oficialmente joven si se tiene entre 15 y 29 años. Los jóvenes de hoy nacieron entre 1988 y 2002, fueron niños durante el conflicto armado interno, vieron a sus familias sufrir las consecuencias de la hiperinflación, vieron en las noticias las matanzas orquestadas, los videos del SIN y los titulares de los diarios chicha. Nacieron cuando la pobreza era la condición de la mayoría.

Vieron también, durante su infancia y adolescencia, cosas buenas, la recuperación de la democracia, el poder de la ciudadanía organizada y de la gente en la calle. Han visto años de crecimiento económico, la reducción (aunque aún insuficiente) de la pobreza y el fin del conflicto armado interno.

Estos jóvenes no traen rencor, tienen ganas de vivir en un país mejor, más justo y democrático. Estos jóvenes traen (duras) memorias de lo vivido y tienen (por suerte) capacidad de indignarse.

Estos jóvenes hacen política y se involucran públicamente de nuevas formas. Colectivamente son un actor en lo que viene, sin duda. No dejemos que nadie les diga de qué deben acordarse, ni qué tipo de sentimientos deben tener. Hay que acompañarlos, dejarlos ser, y quizás sean ellos los que nos mostrarán una forma de encontrarnos, escucharnos y respetarnos.
¡Feliz año y que el 2018 sea mejor!