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¿Y cómo queda Keiko?
“Se sabe que el retiro de la censura sí fue consultado a ella (Keiko). Los matices continuarán y el futuro decidirá”.
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El sainete del pedido de censura de la bancada fujimorista contra Daniel Salaverry, presidente del Congreso, terminó en una vergonzosa retirada antes de la batalla. Se veía venir. Ya Luz Salgado, secretaria general de Fuerza Popular (FP), adelantaba un día antes que “sabía que no tenían los votos para conseguir la censura”. Pero que persistían por “una cuestión de honor de la bancada”, frase copiada del vocero Carlos Tubino. Curiosamente, “el honor es su divisa” fue parte del escudo y orgullo de la antigua Guardia Civil.
En realidad, suena raro que en el calor del debate parlamentario una bancada se sienta ofendida en su honor. Sí es común cuando un congresista citado por otro, y sintiéndose ofendido, le exige el retiro de la frase en cuestión.
Pero la verdad de la milanesa es que los fujimoristas, aislados y con el temor de la renuncia de más congresistas, sacaron bandera blanca. No solo mostraron su actual debilidad sino fortalecieron la imagen de poder de Salaverry. En resumen, ‘nadie sabe para quién trabaja’; o sea, el ridículo.
Todo esto está enmarcado en el viraje táctico realizado por Keiko desde la prisión cuando en un tuit escribió, reflexionando sobre el comportamiento de su bancada, que “un fuego no se apaga con otro fuego, sino con agua” en un tono autocrítico y conciliador con el presidente Vizcarra y sus propuestas. Para aquilatar el cambio producido, basta recordar el tono empleado en el chat La Botica.
Sin embargo, no faltaron los comentarios “ella es nuestra líder, pero las decisiones se acuerdan en la bancada”, “una persona no decide”, “ella no conoce lo que sucede afuera”. Se sabe que el retiro de la censura sí fue consultado a ella. Los matices continuarán y el futuro decidirá.
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