Izquierda: Confusiones y divisiones

Cuando se quiere remedar a Izquierda Unida (IU), no se comprende que sus partidos de entonces (años 80) tenían una larga experiencia de trabajo en sindicatos, frentes de defensa, federaciones de campesinos y paros populares contra el régimen militar, con mayor énfasis a partir de 1975. Con el gran paro nacional de julio de 1977, el general Morales Bermúdez tuvo que convocar a elecciones para la Asamblea Constituyente en 1978.

De ahí su legitimidad en las elecciones de entonces. Por entonces, el “campo socialista” (formado por los países de la órbita de la URSS y de China Popular, así como de la revolución cubana y la derrota norteamericana en la guerra de liberación vietnamita) había construido la creencia de que el avance era imparable y que la revolución, por las buenas o las malas, era una cuestión de tiempo. Salvador Allende había ganado las elecciones en Chile (1970). Eran otros tiempos.

El éxito de IU, además, se explica por un líder como Alfonso Barrantes, exaprista de joven y que como izquierdista fue presidente de los estudiantes de la UNMSM, y después abogado de los sindicatos. Siempre fue respetuoso con sus adversarios. Barrantes, al no militar en un partido, fue un factor decisivo en la conducción y búsqueda del consenso.

También para que muchos “no partidarios” como Henry Pease, Javier Iguíñiz (Plan de Gobierno) y miles de militantes sin partido convirtieran a IU en un auténtico frente de masas. La carnetización de todos los militantes sin distinción fue bloqueada por las cúpulas.

La división de IU se veía venir y se consumó en el Congreso de Huampaní (1989). Barrantes abandonó IU. Su frase “en el Perú basta ser honesto para ser revolucionario” quedó grabada en piedra. También manejaba un destartalado Volkswagen.


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