La división de IU –1989– ya se veía venir después de la ruptura del PUM (1988) entre los reformistas radicales (“Zorros”) vs. utópicos extremistas (“Libios”). Entre los primeros destacaban Carlos Degregori, Sinesio López, Beto Adrianzén, Rosa Mavila y Nicolás Lynch. Este sector se juntó con el PCR de Dammert y el PSR de Bernales. Se formó Izquierda Socialista bajo el liderazgo de Alfonso Barrantes.
Era diputado por Lima (1985-90), y acompañé a Ayacucho a Sinesio López –postulante al Senado en las elecciones del 90– a Huamanga, para continuar su campaña. Apenas bajamos del avión, presentamos el DNI y el carnet de diputado a los militares encapuchados que estaban detrás de un cerco de bolsas de arena. Explicamos el motivo del viaje, la respuesta fue el silencio.
Llegamos en la fecha de un “paro armado” de SL. Un amigo nos trasladó al hotel de turistas donde estaban resguardados otros candidatos. Fue un día perdido, las calles estaban vacías y las radios no aceptaban entrevistas a políticos. Nos quedamos a ver TV en una sala del hotel. Barrantes, candidato a la presidencia por IS, iba a hablar en un mitin. Quisimos poner el canal de un noticiero y de la oscuridad escuchamos un “no se puede” de un militar encapuchado.
Al día siguiente, llegó un avión Hércules. Previamente ordenaron en dos filas a los que iban a viajar. Una era para los heridos graves y la otra para familiares de militares. De pie, se llenó al tope el avión. Un militar nos dijo: “No se preocupen, va a haber sitio para los dos”. Ordenó que tres soldados asesinados en Chungui hacía varios días, envueltos en bolsas negras, fueran ubicados en el sitio más apretado. El olor era muy malo. Rápido se abrió un nuevo espacio. Sinesio sacó de su maletín una loción y humedeció nuestros pañuelos. Regresamos impactados.