Debido al crecimiento económico, los pasivos peruanos se están pagando. (USI)
Debido al crecimiento económico, los pasivos peruanos se están pagando. (USI)

La morosidad bancaria mide el riesgo de que los deudores no cumplan con sus obligaciones. En febrero de 2018 llegó a 3.24%, la más alta desde mayo de 2005. Si analizamos a los deudores, los mayores valores están en pequeñas empresas (9.14%), medianas (7.36%) y créditos de consumo (3.50%).

Las pequeñas y medianas empresas explican más del 70% del empleo en Perú y son vulnerables a la desaceleración económica. No les sobra nada, por lo que apenas comienzan a vender menos, bajan sus ingresos y enfrentan dificultades en el pago de sus deudas. Son muy sensibles a los cambios en la demanda.

Para reducir la morosidad es clave que el gasto de consumo privado suba. Necesitamos que la gente vuelva a gastar. ¿No lo hace? Sí gasta, pero el gasto crece más lento que antes. En 2017 subió 2.5%, mientras que en años previos siempre lo hizo en torno de 3.5% o más. Los ciudadanos gastan menos porque temen perder sus empleos y, por ende, su fuente de ingresos. Se mantiene la incertidumbre, a pesar de que la tormenta política parece haberse calmado. Entonces, postergan su decisión de gasto y afectan a las empresas. En 2017 el empleo formal cayó 2.8%.

La tarea del Gobierno no es simple; debe reactivar la economía en un contexto de urgencia de aumentar la recaudación y reducir el exceso de gasto público. La única salida es elevar la inversión privada y confiar en que las exportaciones seguirán subiendo.

Nuestra economía es como un avión con cuatro motores: consumo privado, gasto público, inversión privada y exportaciones. Solo este último está funcionando de manera normal. Los demás están casi apagados. El motor exportador no depende tanto de nosotros, sino de la economía mundial, pues de ella depende que exportemos más o menos.