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Mercado versus mercantilismo

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Con las recomendaciones de Confiep, se reduciría los sobrecostos y mejoraría la eficiencia en las cadenas de valor en las exportaciones, según su presidenta, María Isabel León. (Foto: GEC)
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Existe una confusión de términos. Muchos sostienen que Perú tiene un modelo de mercado. Sostengo que tiene algunos elementos que constituyen una economía de mercado, pero no todos. Ni siquiera estoy seguro si tiene un modelo. Los casos de corrupción que se han destapado en los últimos meses muestran algo: la mayoría de objetivos se consigue por contactos con miembros del gobierno. Digamos que quiero hacer una carretera y postulo a un concurso público. Si estoy conectado con quien decide, gano la licitación, pero a cambio de favores futuros. Eso no es libre mercado; es mercantilismo y corrupción.
El mercantilismo, estrategia por la cual se logran objetivos no por méritos, sino por conexiones con el poder, es opuesto al libre mercado. Y lamentablemente esa es una conducta típica en el Perú que se debe desterrar. El libre mercado se basa en decisiones individuales en igualdad de condiciones. Los ganadores son quienes tienen contactos en el Poder Judicial o cualquier ente público que tome decisiones, por lo que se convierte en una apuesta sin riesgo. Y esa corrupción que no es gratis, sino a cambio de desvío de recursos, perjudica al país.
En la medida que los mercantilistas logran más objetivos que aquellos que no tienen sus conexiones, la riqueza se concentra en unos pocos. La desigualdad de ingresos se deteriora. Y la convulsión social aumenta. Una de las principales reformas que algún gobierno tiene que enfrentar es desterrar el mercantilismo. El mercado no puede funcionar así. Sin embargo, se le culpa y es un error. Sin reglas claras e iguales para todos, no hay mercado que opere ni un Estado que redistribuya los beneficios del mercado. El problema es institucional. Así de simple.
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