¿Y la sonrisa? A Aráoz se le observó incómoda en la ceremonia de juramentación de Vizcarra. (CésarCampos/Perú21)
¿Y la sonrisa? A Aráoz se le observó incómoda en la ceremonia de juramentación de Vizcarra. (CésarCampos/Perú21)

Tenemos nuevo presidente, pero a diferencia de los presidentes que asumen luego de una extenuante campaña, donde el ojo ciudadano los tiene en la mira, en este caso, el presidente es más una interrogante. No sabemos bien qué es lo que piensa acerca de las políticas públicas para el país. El mensaje a la Nación fue más una colección de frases wishful thinking que un derrotero para la acción. El presidente Vizcarra es, por el momento, un continente que se tiene que descubrir.

Así como en la exploración de los continentes del planeta, donde los navegantes y los cartógrafos proyectaban en los mapas sus fantasías y sus temores, llenos de riquezas fantásticas y monstruos quiméricos, ahora, políticos y ciudadanos estamos proyectando en Vizcarra nuestras esperanzas y angustias.

Se ha resaltado, por ejemplo, la sencillez del presidente, el hecho de ser parco y proyectar una imagen de hombre de acción, su origen provinciano, la familia que lo rodea y su educación en una universidad pública. A ojos de los ciudadanos, incluidos algunos políticos oportunistas, el nuevo presidente está lleno de virtudes. Todos estos son, sin duda, rasgos favorables, pero que no necesariamente sirven en política.

Esta proyección de virtudes planta una valla que es alta y difícil de saltar. Los políticos tienen que tomar decisiones que pisan callos. La estrategia de no quedar mal con nadie no es una buena forma de hacer política. No se puede satisfacer todas las expectativas. Entonces, una vez que comience a pisar callos, si es que lo hace, la imagen del Vizcarra angelical lleno de gracia se romperá y empezaremos a ver al político, con sus virtudes y defectos. Esperemos que el balance sea positivo.

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