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Un gobierno ahogado en el día a día
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La temporada de lluvias cae de nuevo en nuestro país. No tiene la intensidad del fenómeno extraordinario del año pasado, pero llueve sobre mojado. Los alcaldes no han avanzado en obras de prevención y, desde el gobierno, la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios está sin rumbo. El presidente Kuczynski y algunos ministros hacen tibios esfuerzos por viajar a la zona y ver los avances. No hay mucho que mostrar.
La moratoria para la creación de nuevas universidades ha caducado. La gestión de Lorena Masías al frente de la Sunedu está en ascuas. Depende del presidente y del ministro de Educación la toma de decisión de su continuidad o su cambio. Ambos políticos no se han manifestado claramente, dejando la situación, y la reforma, en la incertidumbre.
Al comienzo de su mandato, Kuczynski habló de una revolución social y enfatizó el problema del agua como una de sus prioridades. Sonaba bien, el agua; sin duda, es un tema de largo plazo en el Perú y un riesgo latente por las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, poco se ha avanzado en esta agenda casi olvidada.
Un gobierno para dejar alguna huella tiene que plantearse una agenda de pocos puntos y tiene que mantenerla fuera de los vaivenes del día a día. No vemos esa capacidad en este gobierno. Una reforma heredada de gobiernos pasados la tiene a la deriva. Un plan de largo aliento como el agua se ahogó en palabras. Y una emergencia que dio la oportunidad a una reconstrucción con planificación se trabó en la ineptitud burocrática y política. Es claro que el gobierno no tiene la llave para destrabar estas reformas y planes de mediano y largo plazo. Vive ahogado en el día a día, en frenar los arrebatos de sus opositores y en su propia supervivencia.
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