En Ecuador se han asesinado, en las últimas semanas, a algunos dirigentes políticos, señala el columnista. (Foto AFP)
En Ecuador se han asesinado, en las últimas semanas, a algunos dirigentes políticos, señala el columnista. (Foto AFP)

Hace unos días fueron las elecciones presidenciales de dos países latinoamericanos: Guatemala y Ecuador, y si bien en el primer país hubo una segunda vuelta que determinó que el exdiplomático y centrista Bernardo Arévalo sea quien asuma la presidencia luego de que culmine el mandato de Alejandro Giamattei, en el caso ecuatoriano el presidente Guillermo Lasso adelantó comicios para impedir ser sometido a un proceso de impeachment, lo cual implica la elección de su sucesor y nuevos congresistas hasta mayo de 2025, cuando corresponde el siguiente proceso electoral.

En Guatemala el problema principal es el de las pandillas violentas llamadas maras y también las de narcotraficantes, que, en Ecuador, son aún más poderosas, porque a través del puerto de Guayaquil transportan buena parte de la cocaína, producida e industrializada en Colombia y Perú, hacia México, en donde los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación operan con la mafia ecuatoriana de Los Choneros.

En Guatemala, un país plagado de corrupción, se acusa a Giammatei también de nombrar a personas de su entorno en la Fiscalía y el sistema judicial. Por eso él prefería la victoria de la candidata del establishment Sandra Torres y por eso fue sospechoso que un fiscal intentara inhabilitar, sin éxito, al partido de Arévalo en plena segunda vuelta.

En Ecuador se han asesinado, en las últimas semanas, a algunos dirigentes políticos, incluyendo al periodista Fernando Villavicencio, el más vociferante candidato contra los carteles de la droga y sus aliados políticos de su país, de Colombia y de México. Le tocará a la “correísta” Luisa González o al empresario Daniel Noboa lidiar con estos problemas que muchos vinculan, principalmente, a los gobiernos del mismo Rafael Correa.

Alerta: si en las naciones de América Latina siguen gobernando políticos con vínculos con el crimen organizado y la corrupción, difícilmente la soberanía y la seguridad tendrán solución.