El candidato a la presidencia del Gobierno por el PSOE, Pedro Sánchez, resultó vencedor en las elecciones del 28 de abril, pero tendrá que pactar con otras formaciones para gobernar. (Foto y video: AFP)
El candidato a la presidencia del Gobierno por el PSOE, Pedro Sánchez, resultó vencedor en las elecciones del 28 de abril, pero tendrá que pactar con otras formaciones para gobernar. (Foto y video: AFP)

Entonces Pedro se reunió con Pablo y este le dijo que los seguidores de sus “iglesias” se le unirían a cambio de ministerios con doctrina y poder. Y luego Pedro se reunió con el otro Pablo, a sabiendas de que no irían por la misma senda y, por cortesía, también invitó a conversar a Alberto (Albert), así como a otros dirigentes de congregaciones minoritarias, pero definitivamente no a Santiago.

Este extraño pasaje no proviene, por supuesto, de los evangelios, porque nos referimos a España tras el resultado electoral que le ha permitido a Pedro Sánchez –cuyo partido socialista (PSOE) obtuvo 123 de los 350 escaños que tiene el Parlamento (las cortes) de Madrid– negociar para formar un gobierno con Pablo Iglesias, líder de Podemos, que bajó su votación a 42 escaños. Sánchez trata también con partidos regionales, como los nacionalistas vascos o catalanes.

El encuentro con el otro Pablo, Casado, líder del decaído Partido Popular (PP), con apenas 66 escaños, producto de la herencia de corrupción que recibió su joven líder y la emergencia de un partido de extrema derecha que le quitó votos (VOX, de Santiago Abascal), con quien Pedro no tiene nada que hablar para formar gobierno, es simplemente un gesto democrático. Con Albert Rivera, líder de Ciudadanos, Pedro podría gobernar, pero si entra Podemos en la coalición, eso queda descartado.

El sistema electoral español se va complicando a medida que los partidos tradicionales, PSOE y PP, se van desprestigiando, y dado que las elecciones son por circunscripción electoral (a cada región autonómica le corresponde una cantidad determinada de escaños según su demografía), entran al Parlamento nacional partidos regionalistas o separatistas con intereses muy particulares. Leer los evangelios es más fácil que gobernar a España.

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