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Petroperú: Soplan nuevos vientos
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PetroPerú es la empresa estatal más grande del país. Bajo la presidencia de Carlos Paredes, se está intentando inculcar una nueva filosofía y fisonomía a la empresa con transparencia y enfrentando la corrupción.
Los aspectos favorables de esta gestión en PetroPerú no tienen que ver con mi convicción personal de que el Estado debe tener un rol subsidiario y que el papel empresarial corresponde al sector privado. En el caso particular de PetroPerú, la situación pasa por promover en las empresas públicas una mayor eficiencia, además de cautelar y hacer productivos sus activos principales: el Oleoducto Norperuano y la Refinería de Talara.
La construcción de la nueva Refinería de Talara fue una decisión política durante el gobierno de Ollanta Humala; es tardío discutir y argumentar acerca de la conveniencia o no de esta; ya estará en curso y operativa en el año 2021 con un costo de US$4,700 millones. La negociación con TR y Cobra tuvo como objetivo impedir mayores costos para el Estado frente a retrasos e ineficiencias identificadas, y aprobar un cronograma integrado entre la unidad principal y las unidades auxiliares.
El otro gran activo es el Oleoducto Norperuano, un activo crítico nacional, sometido a constantes sabotajes de las comunidades locales que demandan de PetroPerú la satisfacción de sus legítimas necesidades básicas; la mayoría de ellas son responsabilidad del Estado. Los reclamos amazónicos han sido postergados desde siempre. El Estado debe cumplir su papel y las fuerzas del orden deben, bajo su responsabilidad, proveer seguridad y custodia al oleoducto.
Paredes ha manifestado la posibilidad de convocar la participación privada en PetroPerú, e incluso concesionar las unidades auxiliares de la Refinería de Talara, dependiendo de las condiciones del mercado. Está claro que en PetroPerú soplan nuevos vientos.
*El autor es asesor de PetroPerú.
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