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Todos contra el extremismo islámico
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Mientras en Perú algunos terroristas empiezan a cumplir sentencia y el Movadef intenta legitimarse infiltrándose en ONG y sindicatos, el mundo mira consternado la seguidilla de atentados del extremismo islámico: lugares como La Rambla (Barcelona), London Bridge, Manchester, Bruselas, Niza y París (Francia), Estocolmo... El mundo está en permanente amenaza.
Algunos países árabes han roto relaciones diplomáticas con Qatar por apoyar el terrorismo islámico radical; también se denuncia la posición de Irán al respecto. En mayo, en Arabia Saudita, ante 55 líderes de países musulmanes, Trump los conminó a liderar la lucha contra el extremismo. Los propios árabes, “musulmanes buenos”, deben enfrentar la lucha desde su propia religiosidad, grupo racial e ideológico. El secretario general de la comunidad musulmana en Gran Bretaña emitió un comunicado condenando el atentado en el London Bridge (3 junio). Los llamó “cobardes y criminales”, pues este ocurrió en el mes del Ramadán, cuando la comunidad islámica estaba en rezos. Indicó que no había respeto por la vida ni la fe. Esta, además, fue objetivo del cuarto atentando que sufrió Reino Unido, a la salida de una mezquita. El radicalismo musulmán golpea al mundo sin misericordia. Los musulmanes en Londres, París y buena parte de Europa también son víctimas.
Los parámetros utilizados en los atentados: jóvenes de inmigración musulmana con problemas de integración que utilizan vehículos rodantes como armas letales, y en lugares turísticos, concurridos y/o simbólicos. El extremismo islámico se sostiene por la filosofía que supone la disposición a morir ya que la muerte no es castigo sino recompensa.
Se necesitan medidas radicales, he ahí la importancia de las redes sociales para identificar y prevenir a la población civil, y la eficacia de los sistemas de inteligencia que deben estar integrados y ser rigurosos, actuando ante la sospecha.
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