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Adelanto electoral: Pasemos la página
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La propuesta de adelanto de elecciones de Martín Vizcarra ha generado una crisis política y económica ante la incertidumbre. Ello se suma al déficit de gestión y el manejo ineficiente de los conflictos sociales (Tía María, Las Bambas).
Tras las reacciones posanuncio de 28 de julio, Vizcarra y su propuesta de adelanto bajaron en su aprobación. Sería óptimo que el Ejecutivo y el Legislativo trabajen una agenda común (pensando en el país por el tiempo que queda y no en conveniencias políticas) y se nombre un gabinete de consenso. No hay causal para la vacancia (aunque tengan votos). ¿Una cuestión de confianza? Discutible desde el punto de vista constitucional. Un abuso y mal uso de esta desvirtuaría la institucionalidad.
Disolver el Congreso por un año y medio no tiene ninguna razonabilidad. ¿Quiénes postularían por ese periodo? Y un adelanto electoral con recorte de mandato necesita reforma constitucional y las justificaciones en la conflictiva relación entre Legislativo y Ejecutivo no son una razón válida. Por ejemplo, las relaciones entre ambos poderes también son difíciles en Inglaterra (Brexit), Francia (Macron) y EE.UU. (Trump) y no por ello se recortan mandatos. El adelanto sería un precedente negativo que podría ser mal usado en el futuro.
Además, la reforma judicial y la política (sin la bicameralidad, considerada conveniente por la mayoría de juristas) quedarían inconclusas. Un Congreso nuevo por corto tiempo o antes de tiempo no es garantía de que sea mejor. El cronograma electoral está apretado y la propuesta de adelanto es inconveniente. En vez de dedicar cuatro meses a discutir el adelanto, hay que gobernar, consensuar y dialogar para llegar al bicentenario. Pasemos la página.
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