La llegada de la época seca es acompañada de las heladas altoandinas y la temporada de incendios, señala el columnista.
La llegada de la época seca es acompañada de las heladas altoandinas y la temporada de incendios, señala el columnista.

Al ingresar a junio, empieza el periodo más seco del año hidrológico en nuestro país. Entre junio y agosto, las precipitaciones en la sierra son casi nulas y en la selva se limitan a los periodos en que los friajes se van sucediendo uno tras otro.

La llegada de la época seca es acompañada de las heladas altoandinas y la temporada de incendios. Esta última se empieza a consolidar en agosto y si las lluvias son pobres, al inicio de setiembre la temporada de incendios se exacerba.

En el lado de la costa, los ríos muestran cauces secos, salvo algunos que, como el Santa, Cañete u Ocoña, tienen las fuentes de nieve que les van a permitir llegar al mar aun en este trimestre seco que está empezando. Al margen de sus reservorios.

La importancia de una buena temporada de lluvias y de tener embalses colmados –como ha sido el caso del verano 2021– nos va a permitir satisfacer la demanda de agua poblacional y agrícola de los siguientes meses hasta que, una vez más, las condiciones climáticas gatillen la próxima temporada de lluvias, que –como año a año– determinará la suerte económica del sector agrícola y energético por su dependencia del líquido elemento.

Las perspectivas climáticas de un retorno de una débil La Niña en el verano 2022 serán determinantes del próximo año de lluvias.