Al término de la temporada de lluvias 2022-2023, los embalses que sirven para acumular agua para Lima y el Callao alcanzaron un llenado al 82%, uno de los más bajos registros del siglo, señala el columnista. (Foto: GEC)
Al término de la temporada de lluvias 2022-2023, los embalses que sirven para acumular agua para Lima y el Callao alcanzaron un llenado al 82%, uno de los más bajos registros del siglo, señala el columnista. (Foto: GEC)

Al término de la temporada de lluvias 2022-2023, los embalses que sirven para acumular agua para Lima y el Callao alcanzaron un llenado al 82%, uno de los más bajos registros del siglo. Esto sobre el conjunto de 15 lagunas que tenemos en la cuenca alta del Santa Eulalia, el Reservorio de Yuracmayo en la cuenca alta del río Blanco; ambos tributarios del río Rímac. Así como también de las cinco lagunas represadas en la cuenca alta del Yauli, tributario del Mantaro y que se conectan a las fuentes de Lima y el Callao a través del túnel Trasandino.

Aparte de ello, el sistema de lagunas de Huascacocha, lleno a plenitud, empezó finalmente a servir a la capital y a nuestro principal puerto.

Al completarse el mes de octubre, los caudales tanto en la cuenca del Rímac como del Yauli, han registrado entre mayo y noviembre un 1% de superávit de lluvias frente a los registros históricos. Con ello y un especial cuidado en mantener las reservas, SEDAPAL ha llegado a noviembre con un 48% del volumen útil de sus 21 lagunas y reservorios y un 79% del sistema Huascacocha aún lleno. Este último, a diferencia de las 21 lagunas y reservorios, requiere de un bombeo para acceder al sistema de abastecimiento de Lima y el Callao. Es agua más cara consecuentemente. Agua que se factura a la misma tarifa que aquellas que vienen por gravedad.

En general, la situación es cómoda para la fecha. Ahora todo dependerá de cuan buenos o malos serán los siguientes meses en precipitaciones.

En este periódico ya se ha escrito bastante sobre las pocas reservas de agua para la creciente población, la dificultad económica y de ingeniería para llevarle agua y desagüe; que, además, requiere de un Estado que se haga cargo eficazmente.

La inversión necesaria es de miles de millones de dólares: en reservorios, plantas de desalinización, plantas de tratamiento, redes de distribución, pozos tubulares y múltiples estaciones de bombeo para elevar el líquido elemento a lo más alto de los cerros donde viven millones de compatriotas que no gozan de este recurso.

Conversando con un destacado científico sobre el estado actual de El Niño y la posibilidad de una deficiencia de lluvias en la sierra, saltó un tema destacable: el calentamiento de El Niño no está produciendo una respuesta en la atmósfera clásica de El Niño. De hecho es pobre el acoplamiento o respuesta que da la atmósfera en vientos y lluvias a la magnitud de El Niño que tenemos en el Pacífico. La menor cantidad de precipitación que suele traer El Niño a la sierra es una respuesta atmosférica al calentamiento. Si esta respuesta es aún endeble, el riesgo de la sequía no sería implícito.