La Segunda Reforma Agraria

“La agricultura moderna, tan impactada por el clima y ahora tan fiscalizada por cuanta burocracia y ONG antiempresa exista; más la agricultura familiar son actividades económicas puras y duras.Fuera los políticos y sobre todo los zurdos”.
Gobierno de Dina Boluarte promulgan ley de interés nacional atender déficit hídrico en sector agrario. (Foto: Andina)

Hace no mucho tiempo, nos invitaron a la segunda reforma agraria en una ceremonia de lanzamiento en Cusco. El gobierno presentó un proceso que potenciaría y revaloraría el trabajo de 2.2 millones de pequeños productores de la agricultura familiar. Durante el discurso de orden pronunciado en quechua, Guido Bellido exhortó al Congreso a impulsar una ley de reforma agraria y que esta segunda reforma agraria sería respaldada con recursos e infraestructura, en vista de que sin pistas y carreteras no es viable un proceso de transformación del agro. Este es un tema vial, no agrícola.

Bellido reiteró la voluntad del gobierno de luchar frontalmente contra la corrupción y, al mismo tiempo, instó a las autoridades regionales y locales a hacer lo mismo. El entonces premier recogió múltiples documentos con pedidos y demandas de las autoridades provinciales y distritales. Pero de agricultura nones.El entonces ministro de Desarrollo Agrario y Riego, Víctor Maita, manifestó que la segunda reforma agraria sería un proceso participativo e inclusivo y que daría una esperanza para más de dos millones de hombres y mujeres de campo. Pero de agricultura; de cómo, cuándo y qué, nada se dijo. Pura demagogia.

Pedro Castillo afirmó que no se buscaba expropiar tierras ni afectar derechos, sino que el Estado esté al servicio de los agricultores. Precisó que la primera reforma agraria fue un proceso de cambio estructural y que hay una tarea pendiente porque los agricultores piden más y mejores políticas públicas, además de acceso a mejores servicios y más mercados. Pero medidas concretas: cero.

La derogación asustada de la Ley de Promoción Agraria por Sagasti cuando le cerraron las carreteras y la falta de un mecanismo económico y financiero que estimule la agricultura en Perú han hecho trizas el boom agroexportador. Súmele el COVID-19, la crisis de precios de fertilizantes que Castillo nunca pudo atenuar con la compra de Úrea, la crisis logística de fletes post-COVID y el brutal impacto de El Niño que aún sigue (la producción de paltas para exportación este año tendrá una marcada caída por consecuencia de aquel) vuelven urgente cambiar el discurso vacío por medidas concretas. Ello, antes que las empresas transnacionales compren a las golpeadas agroexportadoras peruanas a precio de saldo en lugar de que las nuestras crezcan y se vuelvan globales arrastrando a la agricultura familiar en cadenas productivas.

La agricultura moderna, tan impactada por el clima y ahora tan fiscalizada por cuanta burocracia y ONG antiempresa exista; más la agricultura familiar son actividades económicas puras y duras.Fuera los políticos y sobre todo los zurdos. Así como han reventado a Bolivia terminarán reventando el esfuerzo agrícola peruano. En Chavimochic o en Apurímac.

Tags Relacionados:

Más en Abraham Levy

La Segunda Reforma Agraria

Algunas buenas noticias que llegan desde el cielo

¿Tendremos un invierno muy marcado finalmente?

Volvió la Anchoveta

Inicio del invierno meteorológico

Hombro a hombro y Juan Manuel Arribas

Siguiente artículo