¿Y para cuándo el frío?

Quejumbrosos, como somos los limeños, he podido apreciar en redes en los últimos días el creciente pedido de que los cielos grises se adueñen de Lima. Estamos en abril. Es aún temprano.

Normalmente, en un año típico –y este no lo es– una condición conocida como inversión térmica, que se produce sobre la costa peruana, a escasa altura del suelo (algunos cientos de metros), se establece de forma muy estable al enfriarse el mar y el aire de los “residuos” cálidos del verano. Esta inversión térmica establece un techo al ascenso de aire húmedo que llega de nuestro mar y se forma ese gran estrato que es la nubosidad costera invernal. Este estrato se revela claramente cuando uno despega en un vuelo comercial desde Lima en invierno y en pocos segundos se pasa de una atmósfera húmeda y gris a otra brillante y seca. Sucede lo mismo cuando viajamos en auto subiendo de Lima a Chosica.

Históricamente entre la segunda y tercera semana de mayo, los cielos grises se adueñan de Lima por casi seis meses. La presencia –transitoria– de aguas y aire cálidos en la costa, como residuo de los patrones que trajeron al último Niño costero débil, pueden retrasar unos días el frío. No más que eso.