Obsesión fatal

Guido Lombardi,Opina.21En primer lugar, para acabar –por lo menos momentáneamente– con la tendencia al ensimismamiento del presidente Humala y su entorno más cercano. Los ministros han comenzado a circular por los medios tratando de comunicar "por dónde hay que empezar a empujar este país para llevarlo adelante", como decía Mafalda.

Lo lamentable es que, desconcertados por su triunfo y atemorizados por la filípica de los garantes, un sector del Congreso no haya sabido aprovecharlo para definir políticas y lograr compromisos concretos y cronogramas precisos sobre las tareas pendientes.

Obsesionados por la figura de la señora Heredia, se dieron por bien servidos con la afirmación del premier en el sentido de que "no se va a permitir ningún tipo de intromisión".

Esa obsesión ha hecho que tanto el Congreso –como buena parte de la prensa– haya omitido un análisis atento del discurso de investidura pronunciado por Cornejo: el enunciado de las reformas emprendidas, un resumen de algunos logros importantes, el anuncio de la realización de proyectos fundamentales inexplicablemente postergados y cifras record de inversión pública.

Todo ello acompañado de vagos compromisos del tipo: "Vamos a destrabar la inversión" o, "Vamos a retomar el Pacto por la Seguridad Ciudadana con todas las fuerzas políticas, actores sociales, económicos e instituciones públicas y privadas". ¡Qué miedo! Si las políticas de seguridad dependen de la coordinación de todos esos "actores", ya podemos esperar sentados que disminuya la creciente criminalidad. Ha dicho también Cornejo que se acabará con el régimen de 24×24 en la Policía Nacional, pero sin mencionar plazos ni costos y ni una palabra sobre el túnel transandino que vuelva operativa la carretera Central, ahora colapsada.