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Redacción PERÚ21

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Carlos Meléndez,Persiana americanaPor ejemplo, están aquellas abocadas a la recuperación y mantenimiento del ámbito distrital, como Salvemos Barranco; otras referidas a facilitar y promover un tipo específico de transporte, como CicloAcción; la condena pública ante el acoso callejero contra las mujeres y las incursiones de #Datea para facilitar el uso del Metropolitano, el acceso de personas con discapacidad, entre otros.

Este despertar y activismo cívico surge precisamente cuando Lima pasa por su peor momento. Pobres administraciones ediles pueden tener el efecto de generar reacciones positivas en vecinos con valores y capacidades para mejorar la calidad de vida de su ciudad. Esto permite activar el 'capital social' (redes de amigos, familiares, colegas, etc.) potenciado por el acceso a redes virtuales y ponerlos al servicio de una mejor convivencia.

El limeño ha heredado una larga tradición de participación vecinal. Nuestros abuelos y padres migrantes construyeron gran parte de la ciudad en base a la colaboración colectiva. En las zonas marginales, la organización barrial aún subsiste con el fin de acceder a beneficios elementales de habilitación urbana (agua, luz, pistas, escaleras). En las más consolidadas, las generaciones más jóvenes abordan nuevos temas y modalidades para vivir una mejor ciudad. Este (nuevo) limeño participativo irrumpe en la dinámica mayoritariamente indolente de la ciudad. De consolidarse, tambalearía el clientelismo (también tradicional) ajeno a una clase media más cívica.