El caso de José Martínez López resume, de manera cruda, lo que implica vivir en nuestra precariedad institucional. Se trata de un obrero apresado por un caso de homonimia –una palabra pomposa para esconder un garrafal error– y tirado a las fauces de una cárcel el fin de semana por la indolencia de nuestro sistema legal. Como la orden de libertad, luego de probado el error, fue entregada fuera de hora, pues nada: a pasarse el finde en San Jorge y el lunes ya saldrá, qué mala suerte.