Sin embargo, la película, a pesar de sus dos horas y media, parece correr a grandes pasos, lo que genera algo de desconcierto en el espectador, principalmente por la presentación casi fugaz de varios personajes históricos sin darles algo de tiempo para desarrollarlos, y solo limitarse a un texto con su nombre. El director asume que los conocemos a todos, y deberíamos, teniendo en cuenta la importancia para la historia universal que tuvo el ascenso y caída de este emperador. El acierto fue distribuir la película de manera cronológica, desde la decapitación de María Antonieta, pasando por la caída de Maximilien Robespierre y el fin del “Terror”, hasta sus principales batallas, mostradas con toda su espectacularidad y absurdez propia de la época.