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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Nadine Heredia quiere impedir que abran sus cuentas. Ha decidido pelear en el plano de la victimización. Tiene derecho a defenderse, pero insiste en confundir sus roles de dirigente partidaria y primera dama, y con presupuesto de todos los peruanos. La decisión que ha tomado la pareja de Palacio, cuando su respaldo no supera el 10%, es enfilar su esfuerzo en librarse de investigaciones y de lo que ellos llaman persecución. De lo contrario, lo temen, podrían terminar desapareciendo de la escena futura o, lo que es peor, en la cárcel.

¿Quién podría garantizarles protección y tranquilidad post gobierno? El Apra y Alan, de ninguna manera. Son enemigos. El fujimorismo y Keiko, ni hablar. Toledo, aliado débil, no tiene futuro. Y en su partido, Urresti, Jara o Espinoza, en un momento no lejano, tomarán distancia y se neutralizarán entre ellos.

El elegido parece ser el buen PPK. Como lo adelantamos en esta columna, Pedro Pablo se lanzó con un activo, el promotor de candidaturas Luis Favre. El mismo que llevó a la presidencia al entonces hombre de izquierda Humala. Favre, además de su capacidad de colorear los perfiles del tono que exija el momento, puede servir de visagra con los Humala-Heredia. Conoce el teje y maneje de las relaciones con su grupo de defensores y voceros. Es más, ya se especula que la mandamás de prensa en Palacio, Blanca Rosales, podría fichar también con los ppkausas. Total, el entorno más íntimo de Humala y Heredia tampoco quiere quedar desprotegido ante las acusaciones que se vienen. A su vez, PPK necesita rodearse de 'progres' y puede ayudar a seguir bajándole la llanta a García para alcanzar una segunda vuelta con Keiko. Son buenas razones para coincidir con un gobierno debilitado. Aunque ideológicamente sean agua y aceite, unir esfuerzos puede convertirse en un Win-Win, como dicen los gringos. ¿Y el pasaporte azul? Es otra historia.

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