El consumo del huevo está vinculado a una serie de inexactitudes. Un ejemplo: el huevo es malo porque tiene mucho colesterol. En efecto, el huevo tiene colesterol, pero su ingesta no supone un real peligro para la salud. Hay que tener cuidado, más bien, con los embutidos, mantequilla y otras fuentes de grasas saturadas. Otro mito: los huevos pardos son más nutritivos. Falso, sin duda. Ningún estudio ha demostrado que el color de la cáscara tenga vinculación con el contenido. También hay personas que creen que los huevos deben lavarse antes de guardarlos en la despensa. Es un error terrible, ya que el agua altera la consistencia de la cáscara y facilita la entrada de bacterias. Se pueden lavar, sí, siempre y cuando se preparan inmediatamente después.