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Minería al acecho
“Aunque no hubo pérdidas humanas, ya que la mayoría de los trabajadores logró ponerse a cubierto al comenzar la balacera, los explosivos causaron destrozos en maquinarias y oficinas de la concesión”.
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Apenas unos días antes, en este mismo espacio, destacábamos el reinicio de actividades en Tía María, pero el miércoles, lamentablemente, se registraba otro ataque terrorista contra una minera en La Libertad. La empresa Summa Gold Corporation fue objeto de un violento asalto con fusiles, ametralladoras y cartuchos de dinamita, cuando ni siquiera había pasado una semana de haberse producido una agresión similar a las excavaciones de Marsa, que opera no muy lejos de allí, en la misma región liberteña.
Aunque no hubo pérdidas humanas, ya que la mayoría de los trabajadores logró ponerse a cubierto al comenzar la balacera, los explosivos causaron destrozos en maquinarias y oficinas de la concesión.
¿Y las fuerzas de seguridad? Brillando por su ausencia… como se ha hecho costumbre en la zona, cuando es tarea del Estado garantizar que ciudadanos y empresas puedan operar en paz siempre que lo hagan bajo los términos que la ley define. Es decir, trabajar y dar trabajo legalmente.
Pareciera que ya no solo el gobierno regional del señor Acuña ha abdicado de su condición de autoridad y liderazgo, sino que el propio Estado peruano ha decidido replegarse de la zona, convirtiéndola así en tierra de nadie. Y en una tierra de nadie, se sabe, mandan quienes tienen la fuerza, que en este caso se traduce en el gran poder de fuego de las bandas criminales.
Hace rato que en estas ‘zonas liberadas’ de La Libertad prosperan extorsionadores, narcotraficantes, sicarios y tratantes de personas alrededor de las actividades de quienes depredan nuestros recursos naturales con sus actividades extractivas completamente fuera de la ley.
Las noticias recientes y más notorias llegan ahora de esta región, pero este cruento drama se extiende también a Madre de Dios, Puno, Ucayali, Cajamarca, Apurímac y a la región amazónica del Cenepa, donde hace unos días asesinaron a otro líder amazónico que venía enfrentándose a las mafias de la minería ilegal en el Cenepa awajún.
Ya quisiéramos ver al ministro del Interior gritando y poniendo orden en estos lugares apartados de nuestra geografía, en vez de dedicarse, desde su oficina, a humillar a los generales de la PNP y a reducir o eliminar a la Diviac, porque resulta incómoda a los intereses de la presidenta.
Es justamente en situaciones como las de La Libertad que esta división policial podría entrar a tallar si tuviera los recursos necesarios y el respaldo del Ejecutivo.
¿Hasta cuándo pues, señor ministro Santiváñez, seguirá tolerando estos crímenes que se suceden, uno tras otro, delante de sus narices?
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