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La migración venezolana en su momento más crítico
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Los problemas que afectan a la región, o a parte de ella, deben ser abordados en forma conjunta. No obstante, muchas veces, bajo la premisa de “proteger los intereses nacionales”, los países priorizan la implementación de políticas unilaterales.
La Unión Europea ha tenido grandes dificultades para afrontar los problemas causados por la migración irregular. El masivo flujo de sirios y afganos en 2015 y 2016, y la actual crisis en el Mediterráneo, ha llevado a algunos países europeos a desarrollar políticas que, además de no ser resultado del consenso, privilegian el discurso en materia de seguridad sobre el enfoque humanitario.
En este momento, Sudamérica está viviendo una situación similar. La presencia masiva de venezolanos en la región está llevando a plantearnos si estamos en las condiciones de seguir recibiendo más migrantes de dicho país. No interesa que su vida se encuentre en riesgo producto de un régimen inepto; solo importa si aumenta la delincuencia o si el Estado gasta en ellos y no en nuestras propias necesidades (premisas casi siempre sin un sustento serio), olvidando los más de tres millones de peruanos que viven en el extranjero y para los cuales pedimos respeto y derechos.
Por ello, es importante que los países sudamericanos que hoy reciben la mayor parte de esta migración dejen atrás políticas que buscan principalmente restringir el ingreso de venezolanos (sin que esto signifique dejar de adoptar mecanismos que garanticen la seguridad) y prioricen un enfoque humanitario que sea resultado de la cooperación entre los Estados afectados.
Esperar recién hasta mediados de setiembre para reunirse en Quito era un despropósito para una causa urgente. Felizmente, hoy y mañana se están reuniendo en Bogotá las autoridades migratorias de Perú, Colombia y Ecuador para buscar soluciones conjuntas a esta situación.
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