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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Abraham Levy,Opina.21alevy@ambiand.com

El peor escenario que puede traer la temporada de lluvias es que sea escasa. Ello obligaría a racionar riego, energía y consumo.

Uno piensa que las lluvias en general traen desolación, damnificados y miseria. Ciertamente eso sucede cuando la vulnerabilidad es alta. No es la lluvia la que mata. Es el empecinado comportamiento de ubicarse donde ella escurre.

Sin embargo, si no llueve, no son solo las comunidades de las zonas de lluvia sino el país entero, el que se ve damnificado –y de modo creciente– en tanto más deficientes sean las lluvias.

Durante noviembre y diciembre las lluvias se presentaron irregularmente en solo dos semanas. Una en cada mes y de modo intenso. Luego: poco o nada.

Ese tipo de lluvia no es bueno. Solo podemos almacenar algo de los diluvios de una semana y las siguientes tres tenemos que echar mano de nuestras reservas.

Al inicio del 2014 las reservas de agua son pobres (en Lima aún no debido a que Sedapal y Edegel aplican un plan de descargas muy monitoreado durante el año).

El mayor embalse del Perú, Poechos, está racionando sus descargas.

Este fin de semana los modelos muestran un impulso de las lluvias. Sin embargo, si vuelven a frenarse, los riesgos de racionamiento crecerán.