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Focalizar en los que más necesitan
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Columnista invitado:
Martín Naranjo, presidente de ASBANC
Cuando un juez condena a un inocente o libera a un culpable comete errores que, a pesar de no ser voluntarios, terminan siendo injusticias. Muy reprobables moralmente si fueran voluntarias. Lo mismo sucede cuando una ley beneficia a alguien que no necesita, o cuando no beneficia a los que realmente necesitan. Por ello, en las políticas microeconómicas que buscan llegar a los que más necesitan, es tan importante la focalización. Porque se busca eliminar este tipo de injusticias y porque sería inmoral cometerlas voluntariamente.
En este sentido, cuando se proponen medidas masivas de congelamiento se están cometiendo voluntariamente muchas injusticias, son inmorales. Es inmoral congelar legalmente las obligaciones de los que no han sido afectados en sus ingresos, de los que teniendo ingresos elevados los han visto reducidos mínimamente, de los que están pagando la casa en la playa, el carro último modelo o el viaje al mundial. Peor aún si para hacerlo se comprometen los ahorros de los que, habiendo perdido el empleo, habiendo visto desaparecer sus ingresos, los usan para alimentar y educar a sus hijos.
Así, las medidas de congelamiento masivas son, además de inmorales, ineficientes porque destinan recursos a quienes no necesitan, son perjudiciales porque comprometen la solvencia de las instituciones financieras y, por esa vía, los ahorros del público. Además, son innecesarias porque hay formas muy simples de focalización que pasan por considerar, entre otros factores, el nivel y la reducción sufrida en los ingresos y el monto de la deuda vigente.
Todas las modificaciones que se hagan en la institucionalidad económica tienen que ser muy bien pensadas y reflexionadas. Este no es un problema del tipo de licencia del intermediario financiero, es un problema de focalización. Es muy importante, asimismo, tomar en cuenta, la legalidad y todos los costos y beneficios, directos e indirectos, en toda la sociedad, en el corto y largo plazo. Tienen que evaluarse los impactos en la inclusión financiera, en la informalidad y la reactivación. También tiene que evaluarse el impacto que esto tendría sobre los propios ahorristas, sobre la posición fiscal y sobre los costos de la actual crisis.
Por su profundidad y gravedad, la crisis que estamos viviendo nos va a afectar a todos y para siempre. Pero no a todos por igual. Afecta mucho más a los que menos tienen, a los que menos voz tienen. El equilibrio que deben lograr nuestros políticos en un ejercicio responsable del poder implica escuchar también, y con más atención, a los que no tienen voz.
No sabemos qué tan ancho es el río de la crisis que debemos cruzar ni, por tanto, la extensión del puente que tenemos que construir. Lo que sí sabemos es que los recursos son escasos y que los errores cuestan vidas. Por ello, las medidas deben ser muy bien focalizadas y diseñarse desde la empatía con nuestros compatriotas y sus problemas. En el sistema financiero tenemos esa obligación y ese compromiso.
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